86 – Comisario no
se muera…
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Comisario no se muera, perdón he querido decir
que no se duerma, procure estar despierto así irá recuperando la consciencia y
recordando su vida, la amnesia es transitoria o al menos eso dicen los médicos,
poco a poco desaparecerá, así que ya sabe, no se muera por favor, vaya otra vez
me confundí…, quise decir que no se duerma por favor, tengo que irme a la
comisaría a trabajar, a la tarde volveré, si sucede algo las enfermeras tienen
el número de mi móvil y me llamarán, estese tranquilo.
Bruttini se fue al fin, qué alivio, pensó Carballo, el chico
era muy buena persona y muy atento pero un poco pesado, estaba agobiado con la
enfermedad de Carballo, al fin y al cabo para él era como su padre, se podía
decir que le había adoptado como padre, ni padre ni familia tenía ya el pobre
chico, sólo le quedaba su madre en el pueblo, pero la figura paterna era muy
importante sobre todo para alguien tan inmaduro como Bruttini, al haber
carecido de padre por haber muerto joven cuando Bruttini era un bebé había una
parte de su desarrollo psicológico que había quedado en estado embrionario, eso
se notaba, y ahora el pobre muchacho tenía miedo de perder a Carballo, por
cierto, qué habría querido decir Bruttini con eso de la amnesia?, se preguntó
Carballo, él se acordaba de todo perfectamente, y se sentía perfectamente, no
comprendía bien la pantomima de tener que estar ingresado en el hospital, en
observación, le habían dicho, pero él se sentía mejor que nunca.
Apenas se fue Bruttini Carballo cayó en un profundo sueño,
la noche había sido agotadora, las enfermeras no paraban de entrar con
cualquier motivo, tomarle la temperatura, cambiar la bolsa de la orina, reponer
el suero del goteo, darle otro calmante, un analgésico, cualquier cosa, hasta
sacarle sangre, era agotador, parecía que estuviera muriéndose, el resultado
fue que apenas pudo dormir, ya sumaba dos noches sin dormir apenas, la del
Divas con el shock y la siguiente noche con las enfermeras, por cierto, se dio cuenta
de que debajo de la sábana estaba totalmente desnudo, las enfermeras le manipulaban,
le destapaban y tapaban si ningún pudor, le tocaban, le rozaban, menos mal que
él era incapaz de sentir nada, cosas de la andropausia, ni pudor tenía ya, y es
que un cuerpo sin deseo pierde el pudor totalmente, le da igual, no tiene
pretensión alguna de tener sexo con nadie, ni rubor siente ante la desnudez, era
un cuerpo nada más, por fin sólo un cuerpo en la más pura acepción médica de la
palabra, un anciano ya tal vez, aunque en realidad no era tan mayor, 54 años,
Carballo se sentía como si tuviera mil años, la vida era algo que había
empezado a desfilar por delante de él sin que él tuviera el más mínimo interés
por ella, sólo le interesaba su más reducido círculo, un círculo en el que sólo
estaban cada día más él y sus recuerdos.
Su mente siguió divagando en sueños y aparte de todas estas
disquisiciones medio alucinatorias y algo exageradas por el estado de desánimo,
la postración, y la medicación, se centró también en el pobre Bruttini, le producía
ternura la ilusión que aún mantenía viva por la vida, era tan ingenuo, ya no se
encontraba gente así por el mundo, tenía algo inclusive de pueril, de niño,
Carballo veía un poco en él al hijo que nunca tuvo, su pureza llamaba la
atención, atraía por su bondad, era como si estuviera siempre virgen de vida aunque
viviera, como si la suciedad del mundo no pudiera mancharle nunca pasara lo que
pasara, como si fuera una especie de ángel, aunque para la mayoría de la gente
pudiera resultar a simple vista un tanto simple, como paleto, poco vivido, poco
cosmopolita o refinado, un chico de pueblo en definitiva, pero si uno sabía ver
detrás de todo eso descubría una rara pureza, una especie de blancura
inmaculada que nada podía destruir ni destruiría nunca, una especie de luz que
hacía iluminar su sonrisa, su mirada, su voz, su ánimo, algo así como un soplo divino que
pervivía en él.
Todo esto pensaba Carballo que en el fondo pensaba que al
lado de Bruttini era poca cosa pese a su edad y a todo su prestigio porque se
consideraba lejos de toda esa pureza, esa luz, y esa bondad, se consideraba al
lado de Bruttini sucio, tal vez porque la vida sí había dejado una profunda
huella en él de la que Bruttini se mantenía al margen.
Bruttini le había dicho antes de irse que no se durmiera, que
no se moviera, que no se muriera…, qué le había dicho Bruttini en realidad
antes de irse?, Carballo no lo recordaba ya, la conciencia se le fue apagando,
no sabía bien si se estaba durmiendo o si se estaba muriendo, qué diferencia
habría?, nunca antes se había muerto, tal vez morirse fuera solamente eso,
dormirse, pero dormirse para siempre…, y entonces por primera vez sintió miedo
de la muerte.
(continuará)
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