Bueno, antes de nada… Feliz
cumpleaños, Jota !!! Deseo que cumplas muchos más tan despierto, guapo y
elegante. Con esa figura que me hace a mí, tu sombra, tan estilizada y
glamourosa. Y como regalito, voy a hablarte de la seducción, que sé que te
gusta.
Yo creo que la
seducción es el juego por excelencia de los adultos. Es el reino de los sueños,
de las promesas, donde todo es posible porque aún no ha ocurrido. De niños nos
gusta fingir que somos indios, vaqueros, astronautas, cantantes… y de adultos,
aunque de manera menos explícita, también seguimos fingiendo, especialmente el
seductor nato como tú. Pero no es algo que le cueste esfuerzo, no, a él le sale
de manera natural porque lleva la seducción en sus genes. Y, precisamente, esa
seguridad natural que exhibe es su arma más poderosa. Algunas veces fingirá
interés, otras veces desinterés. Mostrará cualidades que verdaderamente no
posee; dejará de ser la persona que es para transformarse en aquella que la
víctima querría que fuera. Todo con el fin de engatusar, de atrapar a su presa para
abandonarla una vez conquistada, porque el seductor es, ante todo, un
coleccionista. No caza porque tenga hambre de amor, lo hace por el placer de
ganar, de sentirse invencible e irresistible. Al seductor le gusta jugar, eso
está claro. Y jugará mejor cuanto menos sentimiento ponga en ello, porque el
momento en que se enamore de verdad la seducción dejará de ser un juego para él
y empezará a mostrar sus cartas. Se volverá vulnerable y perderá. Por eso
cuando se atraen dos personas esencialmente seductoras, pueden estar jugando
toda la vida. Pero ya sabemos lo que pasa cuando se juega con fuego…que uno
corre el riesgo de quemarse.
La sombra del paseante
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