Amor a primera vista. Pues qué
quieres que te diga, Jota. Yo creo que el amor a primera vista aplicado a
personas no debería llamarse amor, se parece más bien a la fascinación, pero,
claro, no queda tan bien, y como el hombre necesita cierta dosis de dramatismo
para sentirse especial, tiende a confundir los conceptos. Una tontería. Sólo
amas cuando conoces, y sólo puedes conocer a simple vista las cosas que se
muestran por completo en la imagen que proyectan, es decir, puedes amar a
primera vista un paisaje, una flor, un atardecer, porque lo que ves es lo que hay.
No hay nada más detrás. Pero una persona, ay amigo, la persona es tan compleja
que como mucho puedes enamorarte a primera vista de su cuerpo, de su rostro, de
algún gesto, pero nada más. Y eso yo lo considero más atracción que amor,
fíjate.
Las cosas que
provocan amor a primera vista son deslumbrantes, instantáneas. Como si, de
repente, alguien le hubiera dado al interruptor interno que enciende la
admiración. Pero es una luz tan potente que dura poco, porque uno no puede
vivir en un estado de fascinación durante mucho tiempo. Por eso solemos
enamorarnos a primera vista de instantes concretos y fugaces, y por el mismo
motivo el amor a primera vista que crees sentir por alguien no suele prosperar.
Y es que las personas necesitan ser conocidas en profundidad para provocar un
amor duradero. Un amor que tiene que ir naciendo no súbitamente, como un
brillante foco, sino poco a poco, igual que el sol. En cualquier caso, sí que
diré que me enamoré a primera vista de algo hecho por un hombre. Me enamoré del
blog que empezaste hace un año tal día como hoy, Jota. Y todavía sigue
enamorándome. Felicidades.
La sombra del paseante
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