Cualquier día os dais un paseo por el
Retiro y me veis convertido en estatua, tanta añoranza tengo que de piedra me
voy a volver, de esta guisa me voy a quedar, sujetando el vaso de alguna fuente
monumental, en lo alto de un podio mirando al infinito, o como busto de prócer
de la patria, que todo puede ser.
Todas las estatuas de Madrid fueron
antes seres vivos y reales como yo, con sus propias historias, y un buen día
enfermaron de nostalgia y de piedra se volvieron, quedaron para siempre
petrificados, inmóvil el gesto en algún monumento capitalino.
La Cibeles y Neptuno no fueron sino
un par de amantes despechados que nostálgicos y añorantes terminaron sus días
guiando sus carros inmóviles sobre las burbujeantes aguas de sus fuentes, y
allí siguen viendo girar el tráfico a su alrededor desde entonces.
Y qué decir de todos esos tritones y
nereidas que pueblan nuestras fuentes históricas, no son sino adolescentes que
quedaron añorantes siempre de sus primeros amores y en piedra quedaron
transmutados por los siglos de los siglos.
Y es que en todas las civilizaciones
desde siempre la añoranza ha petrificado a su poseedor, la añoranza te hace
marmóreo, pétreo, pesado, inmóvil, te inmoviliza en el tiempo y el espacio y
sólo vives hacia dentro, hacia tus recuerdos, tu pasado, tu frustración.
La añoranza no te deja salir de tu
coraza de piedra, como si llevaras una armadura que en estatua te convirtiera
para siempre, y cuanto más practicas la añoranza más de piedra te vuelves,
menos avanzas, más parado estás.
Llegará el día en que Madrid se
convierta definitivamente en una ciudad de estatuas, y vendrán de todo el mundo
los turistas para hacernos fotos a los ciudadanos pétreos de Madrid, y seremos
como un ejército de añorantes, una especie de guerreros de Siam de la
nostalgia.
Tratarán de averiguar los
historiadores qué fue lo que pasó con nosotros, no hubo erupción de volcán
alguna que en piedra nos convirtiera, pero volvimos la vista atrás como en
Pompeya, y eso estaba prohibido, así que ya lo sabéis, en la vida lo mejor es
no volver la vista atrás porque en piedra te convertirás.
Mirad siempre hacia adelante queridos
conciudadanos.
el paseante
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