A veces me
pregunto si se me puede considerar ya un mito sexual.
Pienso que
sí, indiscutiblemente, el blog me ha catapultado al estrellato de los
grandes mitos sexuales de la historia, pertenezco a la leyenda, soy ya
un personaje mítico también por lo que al sexo se refiere.
Antes se me
podía considerar un mito sexual doméstico, en mi entorno inmediato,
amistades, conquistas, compañeros/as de trabajo, conocidos/as,
vecinos/as, etc...
Claro, era conocerme y caer en mis redes, los mitos
sexuales somos como las arañas, tejemos nuestra red de encantos y las
presas, las víctimas, las moscas, van cayendo.
Porque los/as admiradores/as
van cayendo como moscas, nunca mejor dicho, en la red.
Pero, ¿y qué
hace la araña con ellos cuando caen?
Pues se los come.
¿Y si caen
muchos?
Se
los va comiendo como puede.
Y si son muchísimos.
Pues abre un blog.
Es decir, el
blog es mi tela de araña, se extiende por numerosos países y llega a
muchas personas, lectores, seguidores, fans, y sigue creciendo, es una
red internacional, y además tiene cabida suficiente para que vayan
cayendo todos lo que así lo quieran.
Poco a poco algunos días, de
una forma frenética otros días, de una forma apasionada otros días, de
una forma reflexiva otros días...
Pero día a día van cayendo sin parar.
Y ahí van
quedando enganchados del mito.
Del mito sexual.
Esperando ser fecundados,
polinizados, penetrados...
Por el aguijón de la inteligencia, por el veneno
del amor, por el opio del sentimiento, por el placer de la emoción.
El blog es
la sala de espera de un mito, de un mito sexual, el paseante.
De un mito
sexual que va creando nuevos adictos día a día.
Besos apasionados,
el paseante
mítico
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