Y se hizo el vacío, y reinó un gran silencio, y el viento se detuvo, las estrellas entonces brillaron como nunca antes lo habían hecho y la luna desapareció del cielo por un momento, y sólo se vió llegar una gran estrella de oriente que guiaba el camino de los magos que desde oriente llegaban para adorar al niño Dios que había nacido en Belén, que había nacido en una humilde choza de pastores donde se refugiaron María y José a pasar la noche.
Y cuando el niño nació todo el universo se estremeció, y se oyó como un lejano gemido, como el murmullo de una dulce voz, como el melodioso canto de un ave.
Y fue la señal de que el redentor había venido al mundo para con su ejemplo salvar a los hombres de la desdicha.
La estrella pasó veloz señalando el camino a los magos, y los magos reemprendieron la partida dichosos de haber recibido la señal divina que les marcaba hacia dónde dirigirse para adorar al niño.
Dios redentor de nuestros pecados, que viniste al mundo para dar valor y sentido a nuestras vidas.
Dios de amor, ternura, comprensión y cariño.
Dios de ayuda, de compasión, de sabiduría.
Dios, hijo del padre y padre del amor.
el paseante
5 de enero de 2012
¡Feliz noche de reyes!
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