Qué corte, ¿verdad?, impone verlo, sobrecoge, es tan explícito siendo a la vez tan implícito, es precisamente muy explícito por ser totalmente implícito, curioso, queda uno demudado, no es algo socialmente admitido hablar de la masturbación, es un tabú, no sé bien por qué pero así es, un tabú, y va Dalí y lo plantea en un cuadro, en un cuadro genial como todos los suyos.
Un universo propio, muy propio, el del artista, que nos brinda a través de sus cuadros, únicos, fruto de su subconsciente.
El cuadro lo vi por primera vez en el museo Dalí de Figueras, un verano fui con mis padres a veranear a la costa brava y visitamos el museo, al entrar en la sala pasé un corte enorme, yo era aún adolescente, pero ahora me pasaría lo mismo, de estas cosas no se habla con los padres, es como lo de los reyes magos, un tabú, yo creo que mis padres piensan que aún creo en los reyes magos, porque sobre el tema nunca pronunciamos palabra hasta el día de hoy.
El cuadro es, pese al tema, o precisamente por el tema, de una gran belleza, despoja a la masturbación de toda maldad, la infantiliza, la sublima llenándola de símbolos que van más allá del acto en sí y remiten al juego de paradigmas y valores que pone en funcionamiento.
Por otro lado muestra el carácter relacional de la masturbación, a través de la fantasía la masturbación nos socializa desde el aislamiento, parece darnos capacidad de comprensión de la vida llevándonos al terreno de la autosatisfacción como algo preparatorio a la búsqueda de satisfacción a través de los demás.
Es un cuadro para escribir una tesis, compendio de todo el psicoanálisis, parece pintado por Freud, si no fuera por esa magia de colores y formas, esa belleza que desprende y esa luz tipicamente mediterránea, todo ello muy daliniano y muy poco freudiano.
Pues, nada, ya sabéis lo que podéis hacer si os apetece...
Leeros el informe Hite y mirad las estadísticas...
Besos apasionados,
el paseante
Qué corte, ¿verdad?, impone verlo, sobrecoge, es tan explícito siendo a la vez tan implícito, es precisamente muy explícito por ser totalmente implícito, curioso, queda uno demudado, no es algo socialmente admitido hablar de la masturbación, es un tabú, no sé bien por qué pero así es, un tabú, y va Dalí y lo plantea en un cuadro, en un cuadro genial como todos los suyos.
Un universo propio, muy propio, el del artista, que nos brinda a través de sus cuadros, únicos, fruto de su subconsciente.
El cuadro lo vi por primera vez en el museo Dalí de Figueras, un verano fui con mis padres a veranear a la costa brava y visitamos el museo, al entrar en la sala pasé un corte enorme, yo era aún adolescente, pero ahora me pasaría lo mismo, de estas cosas no se habla con los padres, es como lo de los reyes magos, un tabú, yo creo que mis padres piensan que aún creo en los reyes magos, porque sobre el tema nunca pronunciamos palabra hasta el día de hoy.
El cuadro es, pese al tema, o precisamente por el tema, de una gran belleza, despoja a la masturbación de toda maldad, la infantiliza, la sublima llenándola de símbolos que van más allá del acto en sí y remiten al juego de paradigmas y valores que pone en funcionamiento.
Por otro lado muestra el carácter relacional de la masturbación, a través de la fantasía la masturbación nos socializa desde el aislamiento, parece darnos capacidad de comprensión de la vida llevándonos al terreno de la autosatisfacción como algo preparatorio a la búsqueda de satisfacción a través de los demás.
Es un cuadro para escribir una tesis, compendio de todo el psicoanálisis, parece pintado por Freud, si no fuera por esa magia de colores y formas, esa belleza que desprende y esa luz tipicamente mediterránea, todo ello muy daliniano y muy poco freudiano.
Pues, nada, ya sabéis lo que podéis hacer si os apetece...
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Besos apasionados,
el paseante
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