Blog dedicado a reflejar mi trayectoria vital y mis reflexiones.
viernes, 13 de enero de 2012
La lectura del fin de semana. La montaña mágica. Thomas Mann.
El hombre no sólo vive su vida personal como indivuduo, sino que, consciente o inconscientemente, también participa de la de su época y de la de sus contemporáneos, así que, por más que considerase las bases generales e impersonales de su existencia como bases inmediatas, dadas por naturaleza, y permaneciese alejado de ejercer cualquier crítica contra ellas, como era el caso del buen Hans Castorp, era muy posible que sintiese su bienestar moral ligeramente afectado por sus defectos. El individuo puede tener presentes toda clase de objetivos personales, de fines, de esperanzas, de perspectivas, de los cuales extrae la energía para los grandes esfuerzos y actividades; ahora bien, cuando lo impersonal que le rodea, cuando la época misma, a pesar de su agitación, en el fondo está falta de objetivos y de esperanzas, cuando ésta se le revela como una época sin esperanzas, sin perspectivas y sin rumbo, y cuando la pregunta sobre el sentido último, inmediato y más que personal de todos esos esfuerzos y actividades - pregunta planteada de manera consciente o inconsciente, pero planteada al fin y al cabo -, no encuentra otra respuesta que el silencio del vacío, resultará inevitable que, precisamente a los individuos más rectos, esta circunstancia conlleve un cierto efecto paralizante que, por vía de lo espiritual y moral, se extienda sobre todo a la parte física y orgánica del individuo. Para estar dispuesto a realizar un esfuerzo considerable que rebase la medida de lo que comúnmente se practica, aunque la época no puede dar una respuesta satisfactoria a la pregunta < <¿para qué?>>, se requiere bien una independencia y una pureza moral que son raras y propias de una naturaleza heroica, o bien una particular fortaleza de carácter. Hans Castorp no poseía ni lo uno ni lo otro, y no era, por lo tanto, más que un hombre mediocre, eso sí, en uno de los sentidos más hermosos del término. (La Montaña Mágica. Thomas Mann. Páginas 50 - 51. Editorial Edhasa)
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