66 – Pero el
invierno llega…
Pero el invierno llega…, retumbaba la voz enérgica de
Bruttini contra la bóveda del sótano del Divas Club, apenas se veía el
escenario desde el fondo del local donde se escondía agazapado Carballo para no
ser visto por Bruttini, el humo de los cigarrillos formaba nubes que
evolucionaban sobre los compases de la música y de la voz de Bruttini que más
parecía un trueno, el trueno de una tormenta pronta a precipitarse desde
aquella bóveda plagada de nubarrones de humo de tabaco, en el centro del
escenario increpando más que cantando, se encontraba Bruttini con los brazos
extendidos en un gesto desesperado por querer poner todo el desgarro que la
canción más famosa de Rocío Jurado pueda llegar a contener,… se nos rompió el
amor, de tanto usarlo, de tanto loco abrazo sin medida…, increíble, parecía que
uno estuviera oyendo a la mismísima Rocío en lugar de a la Brutta que era la
que cantaba, impresionante, cuando terminó la canción las nubes de humo se
pararon en el aire y todo el público contuvo el aliento, durante un breve
espacio de tiempo parecía que el mundo se había acabado del silencio absoluto
que invadió aquella pequeña nave que comprimía bajo su bóveda todos los deseos
nunca satisfechos de esa legión de caballeros con chaquetas oscuras y monóculos
que eran fervientes seguidores de la Brutta, o lo que es lo mismo, del Subcomisario
Bruttini transfigurado en Rocío Jurado o en cualquier otra de las famosas divas
del faranduleo, de ahí el nombre del lugar, Divas Club.
Carballo cada vez era más consciente de su amor por la
Brutta y la Brutta le amaba, se lo había confesado indirectamente, amaba a
aquella mujer en cuyas piernas se sentó una noche al final de su actuación y a
la que besó ardientemente, aquella mujer que no era otra sino el Comisario
Carballo travestido de crossdresser, estaba claro que eran un amor imposible
porque Bruttini amaba a Carballo como mujer y lo mismo le pasaba a Carballo con
Bruttini, estaba enamorado de la Brutta.
Después del número de la Jurado siguieron una serie de
numeritos de cabaret burlesco sobre la situación política actual en España que
a Carballo no le interesaron gran cosa, una parodia con Rajoy, Pablo Iglesias y
Artur Mas, en la cual los tres aparecían desnudos provistos exclusivamente con
una hoja de parra cubriendo sus atributos masculinos, la gracia consistía en
que los tres fornidos mozalbetes que con las caretas de estos tres políticos
mantenían una conversación satírica subida de tono al final con la llegada de
un fuerte soplo de viento otoñal perdían las hojas que cubrían pudorosamente sus
ingles y quedaban totalmente desnudos antes de que se apagaran las luces y
soñaran de manera estridente las trompetas de la orquestina del Divas Club.
El siguiente número musical era una coreografía de la famosa
canción de Paloma San Basilio Juntos, …café para dos, fumando un cigarrillo a
medias…, juntos, cualquier situación de broma entre las cosas serias, si tú
eres así qué bueno que ahora estés junto a mí…, esta canción pese a su alegría
hizo ponerse triste a Carballo porque pensó que él nunca podría estar así de
feliz junto a Bruttini porque era, en definitiva, un amor imposible y se fue
del Divas Club antes de que terminara la canción, subió por la estrecha
escalera de caracol mientras a sus espaldas seguía resonando la música, salió
al frío nocturno de la calle y se fue a su casa donde al llegar se acostó
mirando al techo, al globo de papel de Ikea que era la lámpara del dormitorio y
el confesor de todas sus penas y tribulaciones, y mientras intentaba beberse un
whisky a lo Bogart lloró amargamente su desventura y su calamitosa vida llena
de soledad y de desamor.
(continuará)
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