martes, 8 de enero de 2013
Decíamos ayer. Thai y el pajarito (cuento de navidad) y otras historias. Diciembre 2011 (5).
martes, 3 de enero de 2012
La película de la semana. El festín de Babette. Gabriel Axel.
Se
trata de otra película recomendada por mi padre, las mejores, no os la
podéis perder.
Una
gran chef de cocina de un hotel de París huye de las revueltas de la
Comuna y se refugia en un pequeño pueblo de la costa de Dinamarca, una
comunidad puritana, la recogen en la casa de un pastor protestante que
vive con su dos hijas ya mayores, allí sólo comen bacalao desecado que
ponen cada día en agua, y pan, un pan medio seco que les dura días y
días, de beber sólo agua, lo más sano, ¿lo más sano?
Babette, lega
allí una noche de tempestad en una pequeña barquita.
De alguna
manera, no sé bien cómo, le toca un boleto de la lotería, supongo que
porque jugaría, de la lotería francesa, no sé cómo compraría el boleto,
tal vez lo llevó con ella en su exilio.
Con esa pequeña fortuna podría
haber vivido holgadamente el resto de su vida, sin embargo decide
invertirlo en dar un banquete a sus conciudadanos, a la pequeña
comunidad puritana.
Hace traer desde Francia todo tipo de manjares, y
prepara un banquete, un festín, el festín de Babette, los comensales no
salen de su sorpresa, la cocina es un arte que ella domina en grado
sumo, y se lo demuestra, al principio lo ven como un pecado, la gula,
pero luego se van animando y viven una experiencia única, un placer para
los sentidos.
Al día siguiente vuelven al bacalao, el pan y el
agua, pero nunca olvidarán aquel festín, efectivamente hay cosas en la
vida por fugaces que sean que nunca se olvidan...
Un beso,
el paseante
lunes, 2 de enero de 2012
La melancolía.
Andrea Mantegna: Putti from a Fresco in the Palazzo Duccale, Mantua, 1474 |
Si la muerte fuera algo
tan bello como un acorde prolongado, como un arpa que apenas hace sonar
su delicada armonía, como una flauta lejana que anunciara la cercanía
del paraíso, como una trompeta que cantara la dicha del reencuentro con
Dios.
Si la muerte fuera algo tan bello...
Si la muerte fuera algo tan bello como una música, si la muerte fuera algo como la llegada a una sala de conciertos en la cual estuviera la orquesta tocando, y allí uno se sentara a oír el concierto sin más..., y se fuera quedando dormido entre las dulces armonías de una bella canción.
Si la muerte fuera eso, sólo eso...
Algo envolventemente placentero, como un abrazo de amor, tierno como el dulce beso del amante, sublime como la pasión, algo deliciosamente elevado, puro y eterno.
¿Es algo así la muerte tal vez?
Vuelve a mí el acorde, vuelve a mí el arpegio, repetido en una emoción que nace desde mí, que soy yo, instrumento final de la orquesta, resuena la música dentro de mi alma y vibran sus desnudas, descarnadas, temblorosas cuerdas, haciendo tocar en mi alma la más deliciosa y emocionante partitura de la feliz dicha de una vida que va quedando atrás.
Una música que todo el universo lo contiene, que toda la emoción la renueva, que todo el sentimiento lo traspone, para llevarme a un más allá en el que siempre quise estar, el más allá, perfecto paraíso de mi reencuentro con Dios.
Si la muerte fuera algo tan bello...
Tan bello como el reencuentro con Dios.
el paseante
Si la muerte fuera algo tan bello...
Si la muerte fuera algo tan bello como una música, si la muerte fuera algo como la llegada a una sala de conciertos en la cual estuviera la orquesta tocando, y allí uno se sentara a oír el concierto sin más..., y se fuera quedando dormido entre las dulces armonías de una bella canción.
Si la muerte fuera eso, sólo eso...
Algo envolventemente placentero, como un abrazo de amor, tierno como el dulce beso del amante, sublime como la pasión, algo deliciosamente elevado, puro y eterno.
¿Es algo así la muerte tal vez?
Vuelve a mí el acorde, vuelve a mí el arpegio, repetido en una emoción que nace desde mí, que soy yo, instrumento final de la orquesta, resuena la música dentro de mi alma y vibran sus desnudas, descarnadas, temblorosas cuerdas, haciendo tocar en mi alma la más deliciosa y emocionante partitura de la feliz dicha de una vida que va quedando atrás.
Una música que todo el universo lo contiene, que toda la emoción la renueva, que todo el sentimiento lo traspone, para llevarme a un más allá en el que siempre quise estar, el más allá, perfecto paraíso de mi reencuentro con Dios.
Si la muerte fuera algo tan bello...
Tan bello como el reencuentro con Dios.
el paseante
Contrasemblanzas.
Los magos de oriente...
Andrea Mantegna. Adoración de los reyes magos de oriente. |
Quizás este cuadro es más grandioso, pero el cuadro de la semana es sorprendente, os lo aseguro.
Mantegna, otra vez el cuatrocento italiano, es el cuñado de los Bellini, ¿os acordáis?
La pintura era por aquel entonces un negocio familiar, ya os lo dije.
El cuadro refleja toda la magia de los reyes de oriente, y cómo es el niño Dios el primero que sintió ilusión por ellos, por sus presentes, que quedó fascinado con su magia, su misterio, su bondad.
El niño Dios era además de Dios un niño, ésa es precisamente su mayor grandeza, como la de todo hombre, participar de la naturaleza divina y humana a la vez.
Sin palabras, enmudece uno ante la obra de un gran artista, que es siempre intemporal, este bello cuadro no tiene época, habla directamente al corazón.
Mantegna, sí claro, Mantegna, por supuesto.
E Italia, siempre Italia, of course.
Besos,
the paseante
p.d.- menuda diferencia con el rey mago que me pusieron a mí en El Corte Inglés.
Remember the kings...
Cosas como ésta me hicieron dejar de creer en los reyes magos, ¿quién era ése que me sujetaba en brazos?, menudas confianzas que se tomaba, ni que fuera mi padre, y sus dos acompañantes qué representan, ¿dos pajes?, será más bien dos pajas, con perdón, pero no sé bien cómo decir el femenino de paje, se supone que él es un rey mago, o es en realidad solamente un paje, y entonces las pajas serían las ayudantas de paje, qué lío, y si es un rey mago podría ser Gaspar por el aspecto, es decir, no es negro ni viejo, luego es Gaspar, de mediana edad y moreno, pero si es Gaspar dónde están los otros dos.
Es todo muy confuso, yo empezaba a dudar, para colmo el monopolio de los reyes magos parecía tenerlo El Corte Inglés, allí me llevaban mis padres a ver los juguetes, allí me sentaban encima de este señor con bigote, que ni barba siquiera se puso para la ocasión, y las pajas parecen dos Nefertitis, estáticas, hieráticas, solemnes, ausentes.
Yo tenía cada año más dudas al respecto, sabía que algo raro sucedía con los reyes magos y no sabía bien qué era, continué con la ficción para que mis padres no se sintieran defraudados, dejé de hacer preguntas indiscretas, tenía miedo de averiguar, ¿hasta dónde llegaría el engaño?, es decir, se extendía sólo a los reyes magos o iba más allá, ¿serían mis padres realmente mis padres?, mejor no averiguar.
Es la primera lección que nos da la vida sobre cómo se debe aceptar la mentira, sin rechistar, haciendo ver que nada ha sucedido, que se cree en ella, que es más verdadera que lo verdadero.
Los reyes magos son el primer precedente histórico de los políticos, dicen una cosa y piensan lo contrario, y además muestran a las claras mediante la mentira lo que de verdad piensan, te dicen la verdad mintiéndote de una forma descarada, mediante sus estrambóticos pensamientos te dicen su falsa verdad para que leas claramente entre líneas la verdad verdadera.
No fingen, no lo necesitan, ¿para qué van a fingir?, no vale la pena, ninguno de nosotros queremos en realidad reconocernos la verdad, preferimos seguir en la mentira, para no descubrir hasta dónde llega realmente el engaño...
el paseante
Cosas como ésta me hicieron dejar de creer en los reyes magos, ¿quién era ése que me sujetaba en brazos?, menudas confianzas que se tomaba, ni que fuera mi padre, y sus dos acompañantes qué representan, ¿dos pajes?, será más bien dos pajas, con perdón, pero no sé bien cómo decir el femenino de paje, se supone que él es un rey mago, o es en realidad solamente un paje, y entonces las pajas serían las ayudantas de paje, qué lío, y si es un rey mago podría ser Gaspar por el aspecto, es decir, no es negro ni viejo, luego es Gaspar, de mediana edad y moreno, pero si es Gaspar dónde están los otros dos.
Es todo muy confuso, yo empezaba a dudar, para colmo el monopolio de los reyes magos parecía tenerlo El Corte Inglés, allí me llevaban mis padres a ver los juguetes, allí me sentaban encima de este señor con bigote, que ni barba siquiera se puso para la ocasión, y las pajas parecen dos Nefertitis, estáticas, hieráticas, solemnes, ausentes.
Yo tenía cada año más dudas al respecto, sabía que algo raro sucedía con los reyes magos y no sabía bien qué era, continué con la ficción para que mis padres no se sintieran defraudados, dejé de hacer preguntas indiscretas, tenía miedo de averiguar, ¿hasta dónde llegaría el engaño?, es decir, se extendía sólo a los reyes magos o iba más allá, ¿serían mis padres realmente mis padres?, mejor no averiguar.
Es la primera lección que nos da la vida sobre cómo se debe aceptar la mentira, sin rechistar, haciendo ver que nada ha sucedido, que se cree en ella, que es más verdadera que lo verdadero.
Los reyes magos son el primer precedente histórico de los políticos, dicen una cosa y piensan lo contrario, y además muestran a las claras mediante la mentira lo que de verdad piensan, te dicen la verdad mintiéndote de una forma descarada, mediante sus estrambóticos pensamientos te dicen su falsa verdad para que leas claramente entre líneas la verdad verdadera.
No fingen, no lo necesitan, ¿para qué van a fingir?, no vale la pena, ninguno de nosotros queremos en realidad reconocernos la verdad, preferimos seguir en la mentira, para no descubrir hasta dónde llega realmente el engaño...
el paseante
El gato triste y azul.
Cuando era una chiquillo que alegría,
jugando a la guerra noche y día,
saltando una verja verte a ti,
y así en tus ojos algo nuevo..
descubrir.
Las rosas decían que eras mía,
y un gato me hacía compañía,
desde que me dejaste yo no se,
porque la ventana es más grande sin tu amor.
El gato que está en nuestro cielo,
no va a volver a casa si no estás,
no sabes mi amor que noche bella,
presiento que tú estás en esa estrella.
El gato que está triste y azul,
nunca se olvida que fuiste mío,
más siempre sabrá de mi sufrir,
porque en mis ojos ... una lágrima hay
Quería querida, vida mía..
Reflejo de luna que reía,
si amar es errado culpa mía,
Te amé..
en el fondo que es la vida no lo sé.
El gato que está en nuestro cielo,
no va a volver a casa si no estás,
no sabes mi amor que noche bella,
presiento que tú estás en esa estrella.
El gato que está triste y azul,
nunca se olvida que fuiste mío,
más siempre sabrá de mi sufrir,
porque en mis ojos ... una lágrima hay
El gato que está en la oscuridad,
sabe que en mi alma..
una lágrima hay.
El gato que está triste y azul.
nunca se olvida que fuiste mío,
más siempre será en mi mirar,
lágrima clara de primavera.
Roberto Carlos
jueves, 29 de diciembre de 2011
La última rosa del jardín.
Se acabaron las rosas del jardín, se marcharon hace
tiempo todas, se marchitó su hermosura, desaparecieron, ¿dónde van las
rosas cuando desaparecen?, ¿hay un cielo para las rosas?, espero que
todas estén en el cielo siempre vivas, siempre hermosas, que en el cielo
siempre sea primavera, y brille el sol, la ilusión y el amor, y que
allá arriba estén esperándonos todas las rosas del mundo.
La última rosa del jardín ha llegado hasta el invierno,
pura, hermosa, inmaterial, esencial en su belleza de concepto, bella en
su esencia de idea, suspendida del cielo gris del invierno, resite las
primeras nevadas solitaria, resiste la partida de las otras rosas sus
compañeras, resiste el viento del norte, las noches de cristal, la luna
afilada como un cuchillo, el sol que apenas calienta ya.
Compañera de las estrellas por las noches, eleva su
pensamiento hasta las lejanas galaxias del firmamento, donde pronto
estará brillando como una estrella más.
La
última rosa que parece depedirse de mí para siempre a cada momento,
recordándome con su belleza inmaculada la fugacidad de todo, la
fugacidad de la vida, el eterno retorno, la vuelta a empezar.
Compañera de ella, otra rosa vendrá a ocupar su lugar la
próxima primavera y me adormecerá al atardecer con su deliciosa
fragancia, con su perfume de flor que hace respirar la esencia del amor.
Te quiero rosa y siempre te llevaré en mi corazón,
el paseante
El reloj de la Puerta del Sol escribe sobre el paseante.
Paseante, paseante, me fascinas,
escriben sobre ti hasta los relojes, ¿cómo lo consigues?, yo creo que
tienes poderes, hablas con la navidad, con la luna, con las montañas,
los ríos te susurran canciones de amor, y las mareas te mecen en el
sueño como en una cuna que se balanceara al son de la luz de la luna.
Paseante me fascinas, vivo enamorado de ti.
Y ahora me pregunto qué va a decir el reloj de la Puerta
del Sol de ti, con lo callado que parece, todo de cristal, hierro y
piedra, allá arriba subido, dando siempre las horas con una precisión
suiza, qué dirá de ti me pregunto y no obtengo respuesta.
Hacer hablar a un reloj es como mover una montaña, algo
imposible.
Pero seguro que si el reloj no va a
ti, tú irás al reloj y le harás hablar, seguro...
--------------------------
Hola
paseante, soy el reloj de la Puerta del Sol, y soy seguidor de tu blog
desde su fundación, admiro todo en él, estoy enamorado del blog de el
paseante, pero es una historia de amor imposible, yo soy un reloj y él
es un blog, no sólo somos de especies diferentes, es que además somos
cosas, yo cosa material, y él cosa cibernética, y es que además somos
del mismo sexo, masculino para más señas, el reloj y el blog, el blog y
el reloj, tanto monta, monta tanto, imposible, aún no se han legalizado
las uniones entre blogs y relojes, habrá que esperar, por otra parte me
pregunto cómo se hace el amor con un blog, y también me pregunto, claro,
cómo puede hacer el amor un reloj, a estas alturas y aún soy virgen, y
es que me siento como petrificado, encorsetado entre el discurrir de las
horas, esclavo del tiempo, sin poder salir de él, sin libertad, sólo a
través de mi visión desde la altura del discurrir de la vida en la
Puerta del Sol participo como observador siquiera del espectáculo de la
vida, pero no puedo bajar de mi torre y dar un paseo, entrar a La
Mallorquina a comprarme una Napolitana de chocolate, o tomarme un
sandwich en Rodilla, o un simple bocata en el Pans&Company, una
pena, y cuando inauguren la tienda de Apple no podré probar el nuevo
iphone, nada, quise solidarizarme con el 15 M y ni moverme un milímetro
pude, pero mi corazón estuvo con ellos, es más, yo creo que mi corazón
se fue con ellos, nunca podré morirme, mi corazón no lo tengo aquí...
Bueno, perdón por la digresión pero son cosas que me
preocupan, como digo, me fascina el blog de el paseante, y además
conozco a el paseante desde niño, cuando comenzó a tomar las uvas
delante del televisor con su pantaloncito corto de estar por casa, su
flequillo y ese osito de peluche que siempre llevaba consigo a todas
partes, recuerdo ver su mirada ilusionada fija en mí como hipnotizada,
miraba tan fijamente mi esfera iluminada como una luna en el fondo de la
noche, miraba la hora que yo marcaba, incomprensible aún para él,
escuchaba mis campanadas fascinado como si fueran las campanas de la
catedral del cielo que el mismo Dios hiciera sonar, el niño ponía
delante de mí cada año toda su ilusión por el año nuevo y le pedía cosas
al año que comenzaba, al principio juguetes, luego, bicicletas, más
tarde juegos, más adelante pedía libros, luego cambió, y en lugar de
pedir cosas comenzó a pedir amor, sólo amor, y ahora últimamente no me
pide más que salud, sólo salud.
Pero siempre la
misma mirada, siempre la misma ilusión, siempre las mismas ganas de
creer en algo, de creer en mí, de creer en el futuro.
Y se comía siempre todas las uvas cuando era niño, y
apenas podía tragarlas todas llenas de pepitas, igual le pasa ahora,
como cada año el paseante sigue siendo el mismo delante de mí, con su
cuenquito de cristal, el mismo cuenquito de siempre, lleno con doce
uvas, ni una más ni una menos, y la de veces que las cuenta, cuando
llega la hora se pone de pie, me mira embelesado, igual que toda la
familia y comienza a comer apenas suenan los cuartos, sus padres siempre
le dicen que todavía no empieze pero él no hace caso y aún así siempre
acaba el último, y apenas llega al brindis siempre con retraso, y con la
sidra El Gaitero acaba de tragarse las últimas uvas a duras penas.
Paseante, te estoy esperando un año más, y como cada año
prométeme que tú disfrutarás de la vida por mí el próximo año también,
que tú recorrerás los caminos, contarás las estrellas como si fueran
uvas y leerás bellos poemas de amor por mí, paseante, prométemelo un año
más, lo necesito.
Te quiere,
El reloj de la Puerta del Sol
El año del blog.
Ha sido el año del blog, del blog de el paseante,
claro, sin lugar a dudas, 2011 ha sido el año en que nació el blog Las
ensoñaciones del paseante solitario, el cénit de los blogs, el New
York Times de los blogs, el blog de blogs.
Gracias
a el paseante tenemos ocasión de difrutar del mejor blog, de las más
encumbradas ensoñaciones, de los más elevados pensamientos, de las más
sabias reflexiones, de la belleza del arte, de la profundidad de la
literatura, de la reflexión del cine, del placer de la poesía, del
deleite del sexo, del arte de la fotografía, de los mejores desnudos,
los más bellos paisajes, las flores más hermosas, las mascotas más
tiernas, las nubes, los ríos, los árboles, las montañas y los verdes
prados.
El paseante va por la vida narrándonos
todo lo que a su paso ve, con la sensibilidad, el sentimiento, la
emoción, la ensoñación, la reflexión, la contemplación, la meditación,
la plenitud, con todo a flor de piel.
El
paseante siente, con su cuerpo, con su espíritu, con su pensamiento, con
todo, y luego sueña, y luego despierta y habla, como un oráculo, un
profeta, un augur, el augur de un mundo nuevo, diferente, un mundo
verdadedo, lleno de cálidos sentimientos, de noble belleza y de amor.
Amor por todo y por todos, debordado amor, dichoso amor,
pleno amor de las horas felices que el paseante pasa junto a ti cada
día para deleitarte con su explosiva creatividad.
El blog es sólo para ti, sólo para tus ojos hago el blog
cada día, y te lo sirvo con el desayuno como un croisant calentito,
tierno, recién hecho.
Delicioso blog, dulce
blog, enternecedor blog, cada mañana para ti, para que te acurruques en
él y sueñes con un mundo feliz donde la verdad y el amor por fin sean
algo real.
Te quiere,
tu
paseante
Thai y el pajarito. Cuento de navidad.
Allí estuvo durante todo el día,
pacientemente junto al pajarito, velando por él, atenta y protectora,
sin separarse de su lado.
El pajarito no podía volar y se refugió en el
patio.
Ella le observaba como iba haciendo algún progreso, alguna
tímida mejoría, se movía algo, caminaba unos pasitos, se erguía algo
más, Thai le ayudaba empujándole suavemente con la cabeza, parecía darle
ánimo.
Al final, después de horas a su lado, el pajarito alzó el vuelo
y ella le siguió con la mirada por el cielo, se despidió de él
tranquila de haberle ayudado a volver a la vida, al vuelo, a la
felicidad, al cielo.
Después Thai entró en la casa y descasó feliz en un
profundo sueño, el plácido sueño que da la satisfacción del deber
cumplido.
Querida muñeca, te quiero,
el paseante
Bonjour tristesse. Francoise Sagan.
Fue
uno de las primeras novelas que leí, me llamó la atención verla en la
librería de mi tío, tan diminuta junto a novelas más voluminosas, como
apresada entre ellas.
No siempre lo pequeño es insignificante, en
ocasiones es aún más grande precisamente por contener todo en su justa
medida.
Y ése es el caso de esta novela, allí estaba, en el estante,
aprisionada entre grandes volúmenes, con su lomo azul, en una edición
muy cuidada de Círculo de Lectores. En la portada había un dibujo de un
gato, en la novela aparece un gato, la narradora tiene un gato que odia a
su pareja, cuando su pareja se va el gato respira tranquilo, vuelve a
reinar en la casa, el gato se llevaba mal con el intruso, lo rechazó
desde el primer momento y no cejó nunca en el empeño de librarse de él,
los gatos son muy perceptivos, a mí los míos nunca han dejado de
sorprenderme con sus preferencias, rehuyen a algún amigo muy estimado
por mí cuando va a casa, y se encaprichan con conocidos a los que no
tengo mayor estima, con confianzas del tipo de subirse en su regazo y
quedarse allí dormidos acurrucados en la visita.
Increíble.
Bonjour
Tristesse es el diario de la tristeza después de una ruptura
sentimental, la soledad, la añoranza, los recuerdos, la culpa, el
desamor, la tristeza, claro, la tristeza, ése es el cajón que todo lo
contiene, la tristeza de la protagonista y narradora de la novela, su
tristeza y la alegría del gato, esa alegría del gato es precisamente la
que la va haciendo pensar si no estaría equivocada, si aquella persona
no valía realmente la pena.
Los gatos no se equivocan nunca, son unos
grandes sibaritas de la vida, lo que no les gusta lo rechazan, se dan la
vuelta y desaparecen, no como nosotros que en ocasiones nos empecinamos
en afanes y quimeras que sabemos de antemano son imposibles aunque no
queramos reconocérnoslo.
Tengo que releer esta novela, en estas fiestas
cuando vaya a ver a mi tía rescataré la novela que seguirá perdida en el
anaquel de la librería, aprisionada entre grandes obras de la
literatura de más nombre pero tal vez de menos peso literario.
Leí el libro
siendo adolescente, será curioso comparar mis impresiones de entonces
con las de ahora, seguro que son muy diferentes, o tal vez las mismas
amplificadas y corroboradas por la experiencia, o tal vez sean otras
nuevas, no lo sé.
Es la experiencia de la literatura, permite vivir
diferentes vidas con la imaginación, y como la imaginación varía también
a lo largo de la vida, la literatura se convierte en un mundo paralelo
inagotable y mucho más rico que el real, es un mundo infinito, como el
pensamiento humano.
Vivir otras vidas...
Bonjour tristesse, me digo
siempre que estoy triste, y respiro hondo...
Por cierto, está ambientada en
un apartamento de París, en una alta torre, cuya cornisa recorre el
gato saliéndose por la ventana ante el estupor de su dueña y narradora.
Los que
tenemos gatos sabemos de qué hablamos...
Bonjour tristesse,
el paseante
LA MÚSICA SEGÚN ANTONIO.
Siempre he necesitado expresar mis
sentimientos: Ante una infancia de reclusión en mí mismo y una
adolescencia hiper-rebelde en la que mi visión del mundo era
completamente ego- centrista, y me refugiaba en la marginalidad como
instrumento de adaptación a la incomprensión paterna y social; surge la
necesidad artística como elemento de apertura y comunicación con el
mundo, como mecanismo de liberación de emociones, y como fuente del
placer del que crea.
Hoy
se que necesito crear, sea por el medio que sea; por aquel entonces era
un sistema para comunicarme con el entorno, en el contexto de un niño y
adolescente invadido por una fobia social, marcada por una baja
autoestima.
Mi padre
me compro un órgano electrónico de dos pisos; un gran mueble que
contenía dos teclados, ritmos de batería en la parte inferior, con los
pies se tocaba el bajo, y una amplia gama de sonidos desde la guitarra
hasta el acordeón completaban los registros del instrumento. Una
maravilla para la época, y la envidia de mis amigos.
Aunque fui a clase de solfeo y piano,
mayoritariamente fui autodidacta; y sobre todo siempre me ha gustado
tocar todos los palos de la música o de cualquier cosa: piano, guitarra,
batería, etc.
Recuerdo
que pasaba largas horas pegado al órgano; tocaba y retocaba a los
clásicos: Vivaldi, Mozart, Pasodobles, Canciones Populares, The Beatles.
La Música ha sido para mí un refugio
emocional ante mi percepción de un mundo agresivo, que no me comprendía.
La música con su melodía transformaba mis pensamientos en ideas
emocionales que producen placer creativo.
El refuerzo de oír a mi familia decir lo
bien que lo hacía; y la repetida frase por parte de mi madre: “Este
chico tiene oído musical”, mejoraba mi autoestima, muy afectada por
aquel entonces. Por tanto es aquí donde reside una parte importante del
valor terapéutico de la música.
Crear, sentir, emocionarse y emocionar a
los demás son efectos que tienen una gran importancia en una
personalidad en construcción incipiente. Podría decir que durante mi
infancia y mi adolescencia, fue la música la que me salvó de una gran
depresión.
El
desahogo de interpretar al gran J.S. Bach, me permitía liberar
pensamientos autodestructivos, fruto de un contexto familiar poco
flexible, y muy estricto en el cumplimiento de determinadas normas
sociales.
Fue a
los 15 o 16 años, cuando mi espíritu musical me hizo formar un grupo. Yo
tocaba la batería, quería cambiar, quería golpear fuerte el tambor y el
platillo, para liberarme de la angustia y agresividad que invadía mi
alma.
El grupo se
llamaba “Mástil”; y tocábamos Pop-Rock. Lo formábamos grandes amigos
(“Jorge”, “El Body”, El Chino”, “Juan Carlos”, y yo: Tocábamos en
fiestas de amigos, en las fiestas de Aranjuez.
Recuerdo cuando compramos mi batería:
Fuimos a Madrid a por ella en el antiguo tren de Aranjuez-Madrid;
después de montar todos los artilugios de la misma, partió el tren y nos
dejó en tierra; recuerdo la angustia de no poder abrir la puerta del
tren en marcha. Gracias a que dentro se encontraba un conocido, apodado
“Juan el Loco”, podéis imaginar el perfil del personaje. Le chillamos a
Juan que nos guardara el instrumento en la Estación de Aranjuez. Al
llegar, sorprendentemente estaba Juan guardando y protegiendo la
batería. Desde entonces Juan fue un fiel seguidor de Mástil.
Interpretábamos canciones de los Beatles,
Burning, Miguel Ríos, y canciones propias que mostraban las inquietudes
que teníamos por aquel entonces. Recuerdo un estribillo nuestro:
“Cabezas nucleares, anillos de Satán, si no nos protegemos un día nos
matarán”. Estábamos muy preocupados por el riesgo de guerra nuclear,
reflejo de la guerra fría. Tratábamos otros temas como el amor, la
libertad, la ecología, etc.
Recuerdo esta época como mi salto al mundo
de la comunicación y expresión artística. El placer que supone estar en
un escenario y poder comunicarte con un número elevado de personas, era
una gran fuente de satisfacción y de orgullo, y un mecanismo muy
potente de relación, evolución, e inyección de autoestima.
Ahora sé que siempre me quedará la música
como refugio de la melancolía y recuerdo de un pasado reciente, y como
fuente de gestión emocional y sosiego de un espíritu creativo y en
continua evolución.
Antonio Peñafiel Olivar
(en exclusiva para el paseante)
Antonio Peñafiel Olivar
(en exclusiva para el paseante)
miércoles, 28 de diciembre de 2011
El pavo de navidad de el paseante (receta).
Fue
todo un éxito, gustó a toda la familia, y eso que son bastante
exigentes y críticos, no en balde son familia de el paseante.
Lo hice según
la receta de mi abuela que seguro fue la receta de mi bisabuela, y la
fue también de mi madre hasta que decidió un año no volver a hacerlo,
entonces tomé yo el relevo, me encanta cocinar, pero con calma, es
desestresante, cocinar un buen plato con cariño, con paciencia, con
mimo, y el resultado, el buen resultado, está garantizado.
Para cocinar
bien hay que ser algo artista, la cocina es un arte, una cuestión de
inspiración, hay que tener ojo, buen ojo, en lugar de andar preguntando o
apuntando recetas, las bases son siempre las mismas en cualquier plato,
el resto lo pone el toque personal y el savoir faire del
creador, porque crear un plato es como crear una obra de arte, algo
imposible o facilísimo, según se tenga cogido el punto y la inspiración.
Proporciones,
formas, colores, sabores, texturas, temperaturas, especias, tiempos,
ingredientes, la cocina es un cuadro, un bodegón, una música, una
sinfonía.
Este pavo asado lleva de todo, relleno de pasas, piñones,
ternera, brandy, y numerosas especias, va regado con vino de Oporto
blanco, y la salsa, aparte del vino, lleva cebolla de tres clases
diferentes y aceite de oliva virgen.
Se acompaña con una guarnición
de puré de manzana
Lo que digo, un éxito, delicioso, insuperable,
inconmensurable, inenarrable..., yo iba poniendo los adjetivos mientras
la familia comía.
Y ya se sabe, familia que come unida jamás será
vencida.
Un beso,
el paseante
5.000 visitas al blog!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Páginas vistas por países
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Ya llevamos 5.000 visitas al blog en apenas 4 meses de vida, desde 10 países diferentes.
Gracias de nuevo, queridos seguidores, vuestro interés y fidelidad son la mejor recompensa, y la mayor motivación para seguir adelante.
Un abrazo,
el paseante
El cuadro de la semana. La escuela de danza. Edgar Degas.
Luz, luz tamizada, sorprendida luz que cae de las
alturas y baña todo como si fuera un líquido que escurriera a través del
espacio, luz que va creando a su paso colores, apenas roza todo, todo
se ilumina, luz creadora de vida, luz reflejo del cielo, reflejo del
sol, imagen de la belleza, de la vida, de la vitalidad, de la energía.
La energía del arte, la pintura, el ballet, la música,
la belleza.
Degas fue capaz de pintar la
música, parece poder escucharse una melodiosa canción en sus cuadros
siempre, pintó la música a base de luz, color y bailarinas.
Un mundo que desaparecería después, del cual apenas
quedaría nada, tras de dos guerras mundiales.
Europa,
toda su cultura, todo su refinamiento, Europa, el corazón del mundo, y
Francia, el corazón de Europa.
Los pintores
impresionistas son los últimos testigos de esa Europa de ayer, magnífica
imagen de una civilización.
Recuerdo que hace
años en el Rijksmuseum de Amsterdam, delante de un cuadro de Van Gogh,
después de haber visitado la casa de Ana Frank, pensé: ¿todo eso para
qué?
Miré a través de la ventana que daba al
jardín y sentí una pena inmensa.
La atrocidad
después de la espiritualidad, y luego Europa nunca volvería a ser ya la
misma.
El París de Degas, una delicia poder
recrear la vista con toda una época que tiene reflejo en sus hermosos
cuadros, y que se nos escapa del pensamiento como algo
incomprensiblemente perdido para siempre.
Y
mientras la imaginación se nos llena de una bella melodía, la melodía de
la añoranza de un mundo que un día ya lejano fue mejor.
el paseante
Te vas marchando.
Te vas marchando navidad, me da pena, como cuando
era niño, que te vayas.
Eres tan entrañable y
tierna, tan dulcemente infantil que me acaricias el alma como si fueras
de seda.
De encarnada seda que me recubriera
todo y me adormeciera, cantándome un villancico que es como una nana.
Navidad, querida navidad, te voy a echar de menos.
Y qué pereza me da luego quitar el belén, y el árbol, y
los adornos, y que se terminen el turrón y las reuniones familiares, y
que el roscón se acabe.
Me produce tristeza tu
partida porque cada año pienso que vienes a quedarte para siempre, y
que siempre vamos a estar de vacaciones y siempre va a haber buenos
sentimientos, pero al final te vas y me dejas desilusionado como un niño
que apenas ha tenido tiempo de jugar con los juguetes que le trajeron
los reyes magos y tiene ya que regresar al colegio.
¿Qué sería de mí sin ti navidad?
Yo
creo que este invento de por aquí abajo no habría quién lo soportara si
no hubiera navidad, es el mejor remedio, la terapia más completa y
duradera, además sólo hay que repetirla una vez al año, es suficiente,
como una cura anual.
Se nos limpia el alma y
queda como lavada después de la navidad.
Navidad,
esa ducha de ilusión...
el paseante
jueves, 3 de enero de 2013
El ruiseñor del cementerio. Cuento de año nuevo.
El ruiseñor del
cementerio. Cuento de año nuevo.
Érase una vez un ruiseñor que vino a decir a los hombres un
mensaje de amor y no fue escuchado por nadie, decepcionado se refugió en el
cementerio de la ciudad y allí contó su mensaje y fue escuchado por todas las
almas que allí habitan, tendidas sobre las praderas de verde hierba atentamente
escuchaban el canto de amor del bello ruiseñor que se quedó a vivir para
siempre entre los muros del cementerio, y el ruiseñor volaba de ciprés a
ciprés, y miraba al sol del mediodía mientras entonaba su melodía de amor que
se elevaba hasta el cielo desde su garganta cristalina.
Bello ruiseñor, ayer pude contemplarte picoteando la hierba
y pensé en ti contemplando tu bello plumaje, tu hermosa figura como de
porcelana, y me pareciste una frágil figura, fugaz presencia, que aún sabiendo
de la incomprensión, de la fatiga, de la desolación del mundo, seguía
proclamando su canto por entre las arboledas olvidadas entre las que las almas
demoran el paso para poder escuchar por más tiempo tu melodiosa voz, tu hermoso
canto de ave que no se sabe ave, que no cree ser un pájaro, y que sólo por
volar no piensa que sea diferente a nada, ni superior a nada, ni más ni menos
que nada.
Pasé fugaz y te vi eterno, y me reconocí en ti eterno
también, consciente en ti de mí fui por un momento, en ese momento soñado en el
que todo hombre vuelve de nuevo a ser él, y mi alma se juntó a las otras almas
que sentí junto a mí escuchando tu preciosa voz también, desde un infinito de
distancias que fueron voces y ahora son luces, que un día sonaron y ahora
brillan por entre las arboledas de este eterno jardín donde al fin reposan
mientras tú, ruiseñor del amor, las deleitas.
Y partí, me fui, salí de los muros que son tu morada, del
jardín soñado que brillaba a la luz del sol como ningún otro jardín del mundo,
parecía más un jardín del cielo que un jardín de la tierra, todo praderas de
luz, nubes de hojas, verdes azules, sonrosadas cimas de lomas perdidas en las
que las almas pasean y miran a lo lejos el mundo al que un día pertenecieron y
que hoy sólo recuerdan, me quedé por un momento detenido antes de salir y desde
ti hacia mí llegó por última vez tu canto de amor, creí que el momento iba a
durar siempre, o tal vez duró por siempre y durará por siempre en mí, en el
instante eterno de tu canto de luz.
Pequeño ruiseñor, frágil, niño aún, siempre niño del alma,
infantil ruiseñor como salido de los cuentos de mi infancia, de los cuentos que
mi madre me contaba al anochecer junto al brasero y la vieja radio, ruiseñor
mío de todas mis horas, de todas mis dichas, de las verdades siempre, suave
tacto en tu voz, tierna caricia de tu melodía, ruiseñor, ¿me escuchas?, dónde
fuiste ahora que ya no te oigo desde esta distancia que no podemos recorrer ni
tú ni yo para encontrarnos, si algún día ruiseñor me quieres de nuevo por un
momento eterno junto a ti volveré a contemplarte inesperadamente sobre la verde
pradera de luz de los campos elíseos.
(dedicado a mi tía Pilar)
José Ramón Carballo López
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