miércoles, 28 de marzo de 2012

El cuadro de la semana. El circo rojo. Marc Chagall. 1956-1960.


 Su luz impalpable dota al color del cielo de una condición de eternidad. 
 El domingo pasado estuve en la exposición que la Fundación Thyssen-Bornemisza dedica en colaboración con la Fundación Caja Madrid al pintor ruso Marc Chagall.
En concreto visité la parte de la exposición que se encuentra en la Casa de las Alhajas, en la Plaza de San Martín, sede de la Fundación Caja Madrid.
Edificio singular para una exposición singular, tanto el edificio como los cuadros expuestos son totalmente atípicos.
Hacen juego el edificio y la pintura expuesta, tienen un aire de otra época, entre tierno y anticuado, entre infantil e ingenuo.
No podía haber mejor marco en Madrid para exponer a Chagall que la Casa de las Alhajas de Caja Madrid.
Chagall y su tierna ingenuidad, su mundo ya desaparecido de campesinos, torres de iglesias, burros, tejados, novias, violines, gallos, carretas, bailarines, parejas de enamorados, circo, ramos de flores.
Y todo mezclado, invertido, desproporcionado, idealizado, imaginado, soñado, todo irreal, y por eso mismo todo ello más real que una foto, con la realidad del subconsciente, con la realidad interior que todos llevamos dentro, esa realidad invertida que se refleja como en un juego de espejos en el interior de nuestra alma.
El pintor del alma, Chagall, en pintor de los campesinos, las sinagogas, el invierno, la nieve, el pintor de Vitebsk, su ciudad natal, y el pintor también de los frescos del techo de la Ópera de París, el Palacio Garnier, esplédida obra llena de contrastes, estremecedora realidad que se impone con su sencillez naif al barroquismo de Garnier.
Pintor colosal haga lo que haga, en lo íntimo y en lo monumental, recomiendo ver la exposición.
Creo que el cuadro que he escogido es buen ejemplo de lo que digo y que en este caso una imagen vale más que mil palabras.
Por cierto, Chagall es un pintor que levanta fobias y pasiones radicales e inamovibles por igual, o te entusiasma o le aborreces, no hay término medio.
Prueba a contemplar su obra con ojos limpios, déjate llevar, a ver qué sucede, a ver qué te sucede...

el paseante

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