De nada mi amigo José. Yo no soy bruja ni tengo dotes adivinatorias. Lamentablemente la universidad de la calle o de la vida me han sabido enseñar a prever lo que sucederá necesariamente. Y yo no practico la brujería ... lo que pasa es que si me tocan a un hijo, hija o a mis amigos, soy capaz hasta de matar, no me importa nada. Defiendo lo indefendible de ellos y punto. Jajaja, y a veces, en vez de matar, que me podría llevar a la cárcel, simplemente me concentro en un deseo cargado de furia que aparentemente tiene sus efectos. Pero tú, como bien lo dices, quédate tranquilo, que te adoro y no te liquidaré ... Cómo me jodes con ese tema. No sabes lo impresionada que estoy y me sigues asediando con el tema. Es decepcionante e incluso me provoca paranoia, al punto de que cuando pasa algo cerca mío, ahora me estoy preguntado si la mala suerte no fui yo.
La depresión alrededor tuyo es parte del hecho de que normalmente
frecuentas personas de tu misma edad, y a esta altura ya están muy definidos los
aciertos, errores, y sus consecuencias. Quizás sean muy pocas las personas que
después de los 50 años puedan hacer grandes cambios en sus vidas, y son muy
pocas también las que no quieran hacerlos porque estén satisfechos con sus
resultados. Creo que la media está ubicada entre gente como uno, que a los 50
puede hacer un balance positivo desde los valores y los principios que ha
mantenido, y como todo eso hoy parece algo irrazonable, nos deprime haberlos
mantenido. De todos modos, yo ya he aprendido: si me corro un centímetro de lo
que aprendí de mis padres y abuelos, me equivoco y le traiciono al valor y al
principio. Aunque sea en memoria de ellos, sigo igual y siento que estoy
haciendo algo útil, aunque no tenga fama, éxito, dinero, trayectoria,
reconocimiento, etc. Siempre recuerdo a la Madre Teresa de Calcuta que decía que
uno se va de aquí con lo que dio y no con lo que recibió.
Un beso
No hay comentarios:
Publicar un comentario