El tiempo sobre mi fotografía (8). Josito.
En aquella época me llamaba Josito, a mí ese nombre no me
gustaba nada, me parecía poco serio, ridículo, pero eso era así, me llamaban Josito
y yo era un niño, debía aceptarlo, era un niño pero no tan niño ya, quiero
decir que ya tenía forma de hombre, era como un hombre en miniatura, como un
liliputiense, el boceto de lo que luego sería, después fui creciendo, di el
estirón como se solía decir, siempre que caía enfermo y tenía que estar en cama
crecía, bueno eso es lo que siempre decían pero no sé bien si sería muy
científico, cosas de los años 60.
La foto está tomada en Marbella, aparezco con mi madre,
joven, guapa, sonriente, que me señala el horizonte, yo miro por unos
prismáticos antiguos que eran de mi abuela paterna, aún están en casa de mis
padres, mi abuela los utilizaba de joven cuando iba al teatro con mi abuelo,
principalmente a ver zarzuelas, cosas de otra época, mi padre está fuera de
objetivo como suele decirse, está haciendo la foto.
El primer verano en el mar fuimos a Benidorm, ésa fue una de
las experiencias fundamentales de mi infancia, conocer el mar, todo un
acontecimiento, una fuente de placer inagotable, luego fuimos algún verano a
Marbella, nada que ver con la
Marbella de ahora, la
Marbella de entonces era otra cosa, mis padres alquilaban un
apartamento, recuerdo que en la esquina de la terraza había una tinaja de
barro, recuerdo cosas, recuerdo la distribución del apartamento, que tenía una
pequeña cocina que se cerraba con unas puertas de celosía, cocina americana la
llamaban, entonces eso era muy moderno, eran los 60, era agosto, el día 14
cumplí años, como todos los agostos, yo nací un 14 de agosto, y mis padres me
compraron una tarta de chocolate enorme, pusieron las velas, por aquel entonces
eran pocas, las encendieron, soplé y las apagué, recuerdo el calor de las velas
en mi cara cuando me acerqué para apagarlas, mis tíos fueron a visitarnos, para
entonces la tarta, que resultó ser poco de nuestro agrado había acabado en una
mesa de la terraza, mis padres utilizaban la mesa de la terraza como un limbo
intermedio entre la cocina y la basura, como un ya se verá lo que hacemos con
la tarta, si nos la comemos o la tiramos, a mí no me gustaba, llegaron mis tíos
y mi tío que era muy comilón en lo primero que se fijó fue en la tarta, nos
preguntó, le dijimos que no nos gustaba y se la comió entera en ese mismo
momento.
En otra ocasión que fueron a visitarnos teníamos un melón ya
empezado en la terraza, era por lo mismo, no nos gustaba, había salido pepe,
como solía decirse, es decir, insípido, antes eso era muy frecuente con los
melones, en algunos sitios te los calaban, es decir, te los daban a probar,
pero no en todos, mi tío llegó, miró, preguntó, y se comió el melón de una
sentada, le encantaban los melones, se los comía a una velocidad vertiginosa, a
la velocidad de rayo, es la persona que he visto comer con más placer en toda
mi vida.
Luego fui lentamente dejando de llamarme Josito, en
ocasiones mi madre me decía Jose hijo, siempre junto, Jose hijo, no Jose a
solas, y nunca José, sino Jose, José sonaba como antiguo, Don José, yo también
fui dejando de llamar a mis padres papi y mami, pasé a llamarles papá y mamá,
al principio me dio corte, me parecía muy serio, pero no me gustaba que me
oyeran decir papi o mami, me parecía muy de niño y yo iba siendo ya mayor, eso
pensaba al menos.
Este verano de la foto cogí una insolación, como a mi madre
un día al volver de la playa para comer le faltaba algo, creo que era una
lechuga, le dijo a mi padre que fuera al supermercado a por una, y mi padre me
llevó con él pero se le olvidó ponerme la gorra al salir, la gorra que veis en
la foto, la de marinerito, el resultado fue que tuve fiebre por la noche, mi
padre era un poco descuidado conmigo en ocasiones, siendo yo más pequeño un
verano en Guadarrama, dando una vuelta por la feria con él se puso a hablar con
un amigo y yo me puse a jugar con la tierra, cuando llegó mi madre le preguntó
que qué tenía yo en la boca, que si me había comprado algo, y él dijo que no
tenía nada en la boca, que eran manías de mi madre, que el niño tiene algo en
la boca Ramón, le dijo mi madre mientras intentaba meterme un dedo en la boca
que yo mantenía apretada a más no poder, al final mi madre sacó lo que tenía,
una chapa roñosa llena de tierra.
Por aquel entonces las chapas se ponían roñosas enseguida,
eran los 60, apenas empezaban los refrescos, había Coca Colas, y algún refresco
de naranja, Orange Cruss, y gaseosa La
Casera , poco más.
Ese verano en Guadarrama me caí de la cama, mis padres
bajaron a cenar en el hotel y me dejaron durmiendo en la cama, yo me escurrí
entre la cama y la pared y me caí debajo, estaba muy oscuro, recuerdo que me
pregunté cómo saldría de allí y si regresarían mis padres y me encontrarían,
pasé bastante angustia, me puse a llorar, la patrona del hotel oyó los llantos
y avisó a mis padres, el niño está llorando, y fui liberado de la sima profunda
y oscura de la cama, rescatado a la vida.
Historias de la niñez, en ese hotel se comía muy bien, muy
buenos filetes, la carne en los 60 no tenía nada que ver con la de ahora, era
carne, y la leche era leche, y los huevos eran huevos, haber vivido los 60 es
una experiencia inolvidable todo era mucho mejor, más auténtico, la vida era
mucho más sencilla, todo era más bonito.
Creo que me he puesto nostálgico.
Por cierto, la cámara con la que está hecha la foto era una
Kodak Instamatic, alemana auténtica, decía mi padre, fabricada en Alemania,
hacía unas fotos preciosas, el objetivo era una maravilla, era la cámara de
fotos de mi padre, la cámara de fotos de la familia y recientemente me la han
robado de casa, me han robado la cámara y la escopeta que era de mi padre, y
hace unos años me robaron dos relojes también para mí muy queridos, uno me lo
había regalado mi querida amiga Gloria cuando éramos novios y otro era el
primer reloj que me compré con mi primer sueldo, son cosas que duelen, más por
el valor sentimental que por el económico claro, son como pedazos de tu vida
que se van y que ya no volverás a ver, hay gente que no sabe el daño que hace
con estas cosas, o lo sabe tal vez, es cruel.
En fin, así es la vida, al final todo lo perderemos.
Josito nunca imaginó que el mundo que le esperaba iba a ser
tan cruel.
El paseante
Años en blanco y negro, Mirinda, flexos, estufas Ufesa y frigoríficos Odag Magnum, desarrollismo en Madrid, poblados dirigidos, tardes de domingo de futbol, pipas Paco y corridas de toros en serie. De las Historias para no dormir a los 300 Millones o al Martes Noche Fiesta de Iñigo. El Junior de la parroquia, Standar Eléctrica.... buenos juguetes en Reyes, el Economato que venía una vez al mes, en un camión de reparto: ª¡alá, cuántas tabletas de chocolate!". Y que no faltara el Señor Mío Jesucristo a la salida de clase o la botellita de leche en el recreo. Los hijos de los obreros tenían que estar bien alimentados. Pero así la vida se iba construyendo y haciéndonos lo que somos ahora: hijos de un pasado en blanco y negro pero engarzado en nuestro yo más íntimo. Es nuestra identidad. Los colores de nuestras vidas ahora son muchos más y a veces nos deslumbran, cuando late lo sublime, la belleza, la pasión
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