martes, 12 de marzo de 2013

La película de la semana. La novena puerta. Roman Polanski. 1999.



El diablo otra vez, el diablo y Polanski, ya hablé antes en estas mismas páginas de La semilla del diablo, de nuevo el diablo, en esta ocasión se trata de la búsqueda de un libro escrito por el mismísimo Lucifer, La novena puerta.
Película muy apropiada para los amantes de los libros, y para los amantes de Lucifer, claro.
¿Existe realmente el diablo? Tal vez el diablo no sea sino una metáfora de la maldad.
¿Existe realmente la maldad? Tal vez la maldad no sea sino algo subjetivo, una cuestión de punto de vista.
Luego en consecuencia tal vez el diablo será para cada uno de nosotros algo diferente, una cuestión de matices.
El silogismo puede ser cierto pero no necesariamente.
Tal vez no exista nada, ni el diablo, ni nosotros, ni las películas, tal vez todo sea un engaño, seguramente todo no sea sino un producto de nuestra imaginación, el bien y el mal, Dios, el diablo, el mundo, todo puros convencionalismos, acuerdos necesarios para mantenernos vivos, para seguir creyendo en algo, mantenernos vivos a través del engaño.
El engaño, la imaginación, la ficción en sus diferentes variantes son la gasolina de la vida, su carburante.
Sólo la realidad no nos basta, y no nos basta por su insuficiencia, su inexistencia más bien, porque sólo a través de su reflejo en nuestro interior la realidad existe, siquiera sea al menos para nosotros.
Y de todo esto va la película, esta inteligente, sugerente y profunda lectura que Polanski hace de la novela de Arturo Pérez-Reverte El Club Dumas.
O tal vez todo no sea más que una fantasía mía, seguramente.
Necesito que el diablo exista, mi imaginación lo necesita, me fascina, es como un abismo insondable, una sima, un precipicio que me llama, me atrae, una tentación a la que no puedo resistirme, una voz que no puedo dejar de oír, una llamada a la que no puedo sustraerme, la de la maldad.
El diablo me espera siempre porque está dentro de mí, al igual que está Dios, porque todo hombre es a la vez Dios y el diablo.
El diablo y Dios son los dos espejos en los que se mira al hombre intentando encontrarse.
El paseante

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