Diario de un
paseante. 10-02-2012 10:30. La red.
Parpadea
el cursor delante de mis ojos, me deslumbra la
blancura iluminada de la pantalla, tecleo, escribo, de mis manos salen
letras,
palabras, frases, párrafos, páginas, historias, propias y ajenas, reales
e
inventadas, y vuelan las historias a lugares apartados, lejanos,
cercanos,
próximos, vuelan porque son buscadas en ocasiones, son llamadas por
alguien de
manera voluntaria, vuelan también porque son encontradas casualmente por
alguien, cosas de la red, todos estamos interconectados, las historias,
la
imágenes, están ahí a disposición de todo el que quiera leerlas,
contemplarlas,
de pronto alguna historia es más vista que otra, desconozco el motivo,
me
sorprendo, ¿a qué se deberá?
Desde
la paz de mi hogar escribo, pienso, siento, me
emociono, reflexiono, y escribo de nuevo, doy reflejo de mí, de mi mundo, de mis
ideas,
valores, pensamientos, creencias, emociones, sentimientos, miedos,
frustraciones, alegrías y tristezas, a través de lo que escribo, y todo
eso como
aves migratorias que salen a volar por el cielo de la red, un cielo que yo
imagino
azul, siempre brillante, nunca nublado, un cielo que facilita la
comunicación, un
cielo universal como el cielo verdadero, que a todos nos ampara,
protege, da
cobijo, que nos da la vida, el cielo verdadero nos da la vida física, la
preserva, la alimenta, el cielo de la red nos da la vida intelectual,
nos
alimenta el alma, el espíritu, nos hace volar con la imaginación.
No
hay invento del hombre que satisfaga mejor la proyección
intelectual del hombre y su base comunicativa que la red, no hay invento
que
haya abierto fronteras y abierto conciencias como la red, ni biblioteca
que
contenga lo que la red contiene, porque en ella está todo, la infinita
variedad
del conocimiento humano, de su creatividad, porque en ella participamos
todos,
leyendo, escribiendo, comunicándonos en definitiva, las posibilidades
son
infinitas, hoy en día no se podría vivir sin la red, o por mejor decir
se
viviría peor, con una vida de menos calidad.
Son
ideas, ya sé que hay abusos, que podemos estar
desprotegidos, que hay que tener cuidado, lo sé, en la televisión salen
casos
de todo tipo, la red es también territorio propicio para desaprensivos,
pero
qué es eso comparado con el bien que hace, con su potencial, nada.
Me
fascina que algo que estoy escribiendo ahora lo lean al
momento en Tokio, y quién dice Tokio dice Ciudad Real, me fascina que al
instante alguien a propósito o casualmente me encuentre, encuentre lo
que
escribo, se encuentre conmigo, piense algo al respecto, me encanta esta
interacción de los pensamientos que me brinda la red, incluso me atrae
su
silencio, es decir, su falta de respuesta, su muda presencia que todo lo
absorbe sin decir palabra, igual hago yo cuando leo a los demás, me
guste o me
disguste siempre callo, pero mi pensamiento habla para mí, valora,
etiqueta
cuidadosamente y guarda para seguramente en otro momento utilizar el
pensamiento guardado y devolverlo a la red incólume o transformado, las
más de
las veces transformado, ésa es la multiplicidad de la red, es variada,
multiforme, en ella estamos todos de una u otra medida, todo lo
contiene, su
oferta es infinita.
Me pierdo a veces
en la red, soy como un pajarillo que vuela
por su cielo universal y no sabe bien dónde va, solitario me voy posando
en un
lugar y en otro hasta que encuentro un alma afín que desde algún lejano
lugar
del mundo lanza su canto como si se tratara de un mensaje en una
botella, como
si fuera el mensaje de un náufrago que pide ayuda, comprensión, que
alguien
sepa de él y le rescate, y me siento identificado con ese náufrago,
porque yo
como él soy igualmente eso, un náufrago de la red.
El
paseante
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