Ha vuelto, ya está aquí de nuevo, es Nati la enfermera, pero
podéis llamarla Miss Libido, ha vuelto a casa por navidad como el turrón,
bueno, en su caso ha vuelto al ambulatorio de mi barrio, el otro día la vi, fui
a ponerme una inyección de bromuro por lo del priapismo que vengo padeciendo, y
me la puso ella, es muy inexperta, según entro me sonríe y me dice que me baje
los pantalones, me quedo con el culo al aire, enseñándola el culo y va ella y
tarda una hora en preparar la jeringuilla, se me quedó el culo helado, y encima
con mi problema tenía una erección enorme, menos mal que no me di la vuelta,
aunque ella seguro que estará acostumbrada, la chica no deja indiferente, eso
está claro, es de rompe y rasga. Me puso al final la inyección, primero me
aplicó el alcohol y luego a lo bestia, como si clavara una banderilla, pegué un
alarido enorme y entró la enfermera jefe que es completamente diferente a ella,
tiene bigote, ésta sí se dio cuenta de la erección y se mosqueó, espero que el
asunto no perjudique a la pobre Nati, lo cierto es que las mujeres la tienen
envidia y los hombres sólo ven su físico, no son capaces de ver su espíritu, de
eso se queja siempre ella, en ocasiones el ser tan deseable es algo que
perjudica en las relaciones con los demás, lo sé bien por propia experiencia.
Nati, ése orgasmo para los sentidos…
El paseante
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