El coche de El Paseante. Renault Super 5 GTL, año 1988. |
La vida va cambiando, me voy haciendo mayor, no sólo envejecen los demás, también envejezco yo, en ocasiones no se trata sólo de un envejecimiento físico sino de un alejamiento progresivo de la actualidad, entendida ésta como la rabiosa cotidianeidad, es decir, uno va quedando al margen de modas, conversaciones, gustos, opiniones, costumbres, uno se va quedando perdido en su mundo propio, desenganchado del presente, viviendo entre todo aquello que era su mundo de ayer y que seguimos manteniendo vivo en nosotros por la nostalgia y el miedo al cambio.
Con los años uno se vuelve menos adaptativo, más rígido, menos amigo de innovaciones, aprendizajes, novedades, uno se va cansando de estar al día, de estar a la última, de ser "in", o de pretender ser "cool".
No es ya el papel de uno el pretender ser moderno, original o atrevido, en la madurez se empieza a estar de vuelta de muchas cosas, la vida te ha ido enseñando su sustancialidad y cada vez te distrae menos lo anecdótico.
No es que el mundo de hoy tenga menos interés que el de ayer, es que uno se va haciendo mayor y va perdiendo reflejos para encontrarle el gusto a lo de hoy, y entonces queda uno atrapado en las redes del ayer.
Feliz ayer, confortable ayer, añorado ayer, querido ayer por ser ayer, porque cuando el ayer era hoy tampoco nos entusiasmaba, en fin, que cualquier tiempo pasado fue mejor, y éste de ahora nos lo parecerá en un futuro.
Sin acritud,
El paseante.
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