jueves, 27 de febrero de 2014

La lectura del fin de semana. Primer amor. Iván Turgueniev. 1860.



En su presencia me sentía como si el fuego me quemase. Pero, ¿para qué necesitaba saber qué fuego era ese que me hacía arder y derretirme, si era tan dulce arder y derretirse?

Iván Turgueniev. Primer amor.

Leyendo esta novelita sobre el amor me he dado cuenta de que el amor no es sino una fantasía autoimpuesta, nos queremos convencer de que amamos a toda costa, no porque amemos realmente sino porque le conviene a nuestra imaginación que de esta manera escapa de la torpe realidad.
También he llegado igualmente a la conclusión de que nunca he tenido un primer amor entendido éste como amor juvenil, no desde luego con la riqueza de matices y la profundidad con que se refleja en esta novela.
Mis primeros enamoramientos datan de pasados los 30 años, muy tardíos, y siempre fueron, dada la edad, muy diferentes a esos primeros amores juveniles tan incondicionales y apasionados.
Alguno hubo que tal vez pudo asemejarse algo pero la voz de mi conciencia lo hizo apagar lentamente a base de desengaños.
El amor para que perviva debe ser ciego, o, por mejor decir, aunque vea debe de no querer ver, no sé si me explico, debe, en definitiva, de autoengañarse buscando disculpas e interpretaciones favorables para los reveses y contrariedades que el amor implica.
Hace poco un seguidor del blog me escribía diciendo que el sexo le parecía vulgar, pues bien, diré que a mí el amor me parece absurdo, no tiene lógica ni fundamento cierto ni futuro alguno, es una mera fantasía, una imaginación para mantenernos entretenidos, como un role playing, ahora toca enamorarme y meterme en ilusiones, desesperanzas, sufrimientos, dudas, desencantos, añoranzas...
¿Ahora toca sufrir?, pues enamorémonos.
¿Ahora toca aburrirse? Desenamorémonos.

el paseante solitario

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