viernes, 21 de febrero de 2014

Hace una semana que no fumo ni un solo porro.




Hace una semana que no fumo ni un solo porro, y como siempre que dejo de fumar, la libido desaparece como por arte de magia. Estaba fumando a un ritmo trepidante y eso implica que me elevo tanto, tanto,  tanto, que me impide disfrutar de mi placentera vida cotidiana.  Y ahora que por aquí ya es casi primavera, es una delicia regar todas mis plantas, ver una a una como empiezan a renacer. Es algo así como disfrutar de los primeros pasos de tus hijos. Y además he aumentado la familia con nuevos frutales que planté en un terreno nuevo, con lo que cada brote o cada señal de vida me causan una euforia indescriptible. 

Sólo te entiendo y justifico tu distanciamiento del sexo cuando dejo de fumar, porque a mí me pasa lo mismo que a ti, lo veo hasta un tanto vulgar.  

Pero lo bueno de la marihuana es que toda esa vulgaridad se convierte en un instante en una elevación tan placentera que es absurdo no sucumbir de inmediato. 

Creo que es recomendable para nuestra propia existencia y para el enriquecimiento de nuestros sentidos experimentar cosas así, siempre que no perjudiquemos gravemente nuestra salud. Yo intento encontrar el equilibrio razonable, pero no es fácil cuando el placer alcanza unas cotas sobrenaturales. Y te aclaro algo que he descubierto y practico desde hace unos años, y es que no se necesita absolutamente a nadie para disfrutar del sexo, y no estoy hablando de masturbación. Es un estado mental tan elevado que la propia naturaleza se alía conmigo para facilitarme ese placer tan sublime de que te hablo. No interviene nadie, ni yo mismo siquiera, es como el nirvana sexual.

La primera vez que lo experimenté fue en Marrakech, debido a que me estaban dando opio mezclado con el té, sin yo saberlo. Y estuve así un mes entero, noche tras noche, sin practicar nada de sexo, pero sintiendo una excitación sexual como nunca pude suponer que existiera. 

Una vez de regreso a mi casa continué experimentando los mismos síntomas, aunque cada vez con menor frecuencia. Y ahora que han transcurrido más de 5 años de aquella experiencia inicial, me admira que haya conseguido encontrar la varita mágica para activar a mi antojo esas situaciones tan placenteras, sin opio ni alucinógenos parecidos, un simple porro a mi alcance es suficiente. 

Y para colmo de sorpresas te revelo que ni siquiera se necesita excitación sexual para sentir el mejor sexo inimaginable. No es estupendo? 

La cabrita loca


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