jueves, 8 de marzo de 2012

Tu mano.


Tu mano.

La mano, la delicada mano que apenas roza, 
apenas toca mientras es contemplada, 
la suave mano con su tacto de seda que se desliza 
y descuidadamente resbala sobre otra mano, 
las manos que se tocan, se entrelazan, 
y los labios que se juntan en un beso de contenida, reflexiva pasión, 
deliciosa pasión que espera su momento culminante, sublime, 
que sabe aguardar y más tarde consumará su fuego apenas ahora recién encendido, 
la mano, tu mano, rozándome a veces, como casualmente, 
el encuentro de tu mano conmigo, de tu piel con mi piel, 
la mano, ese presagio de dulzura venidera en el sabor de tu saliva sentida en mi boca, 
en tu lengua que se desliza como un pez lento dentro de mis labios, 
y saborea cada gusto de mí, muy adentro, mientras yo saboreo tu gusto, 
el gusto de ti, y el sabor de tu saliva en el beso de tus labios, 
tan puro, tan cierto, tan eterno a la vez.

José Ramón Carballo
8 de marzo de 2012


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