No es propiamente una prenda, más bien un complemento, pero de una relevancia cada vez más importante si se quiere ir a la moda.
Bueno, la
verdad es que para ir a la última hay que llevarlas, son el complemento clave
del arreglo personal, como los sombreros, las gorras, las corbatas, cierran la
figura, completan la imagen, las gafas de sol además aportan una especie de
misterio volviendo indescifrable el gesto al no verse los ojos, no se sabe bien
a dónde mira el que las lleva o qué dicen sus ojos, porque los ojos son, por
encima de todo, el reflejo fundamental del estado de ánimo, expresan a la
persona más que una sonrisa que puede ser impostada, forzada o falsa, con los
ojos no se miente, si se ocultan a la vista de los demás entonces sólo podemos
imaginar lo que sucede dentro de la otra persona, qué piensa, cuál es su estado
de ánimo o sentimientos, porque todo eso se percibe de manera subconsciente de
la mirada.
Tal vez por
ese misterio las gafas de sol resulten tan seductoras, porque potencian la imaginación,
es más, cortésmente uno debe quitárselas cuando está hablando con otra persona
como signo de deferencia porque si no parece que se evita un acercamiento y una
comunicación completa.
En cualquier
caso hay gafas y gafas, las hay impenetrables, de espejo, y las hay más
translúcidas, depende, de distintas hechuras, estilos, metálicas, de pasta, de
colores variados los cristales, las posibilidades y combinaciones son
infinitas, hay modelos clásicos, versiones renovadas, tendencias, inventos
varios, lo fundamental a la hora de escogerlas es probárnoslas y vernos
favorecidos, a cada tipo de cara le va un tipo de montura, por mucho que se
estile una gafa si no nos sienta bien es absurdo llevarlas.
Yo he visto
gafas preciosas que al probármelas me las he quitado rápidamente porque me veía
horrible, y viceversa, gafas que no me decían nada que al probármelas me
quedaban perfectas. Lo de las gafas de sol puede convertirse en un vicio, la
moda en general puede producir cierta adicción, lo mejor es no verlas, no
probárselas, huir de los expositores de gafas de sol como de la peste, porque
uno puede engancharse, llegar a ser adicto a las gafas de sol.
Uno cambia
de gafas de sol como si pretendiera cambiar de personalidad, siempre es algo
más fácil, dime qué gafas de sol llevas y te diré quién eres, o mejor aún,
quién pretendes ser.
El paseante
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