martes, 16 de octubre de 2018

Prendas de vestir míticas. Las gafas de sol.



No es propiamente una prenda, más bien un complemento, pero de una relevancia cada vez más importante si se quiere ir a la moda.



Bueno, la verdad es que para ir a la última hay que llevarlas, son el complemento clave del arreglo personal, como los sombreros, las gorras, las corbatas, cierran la figura, completan la imagen, las gafas de sol además aportan una especie de misterio volviendo indescifrable el gesto al no verse los ojos, no se sabe bien a dónde mira el que las lleva o qué dicen sus ojos, porque los ojos son, por encima de todo, el reflejo fundamental del estado de ánimo, expresan a la persona más que una sonrisa que puede ser impostada, forzada o falsa, con los ojos no se miente, si se ocultan a la vista de los demás entonces sólo podemos imaginar lo que sucede dentro de la otra persona, qué piensa, cuál es su estado de ánimo o sentimientos, porque todo eso se percibe de manera subconsciente de la mirada.
Tal vez por ese misterio las gafas de sol resulten tan seductoras, porque potencian la imaginación, es más, cortésmente uno debe quitárselas cuando está hablando con otra persona como signo de deferencia porque si no parece que se evita un acercamiento y una comunicación completa.
En cualquier caso hay gafas y gafas, las hay impenetrables, de espejo, y las hay más translúcidas, depende, de distintas hechuras, estilos, metálicas, de pasta, de colores variados los cristales, las posibilidades y combinaciones son infinitas, hay modelos clásicos, versiones renovadas, tendencias, inventos varios, lo fundamental a la hora de escogerlas es probárnoslas y vernos favorecidos, a cada tipo de cara le va un tipo de montura, por mucho que se estile una gafa si no nos sienta bien es absurdo llevarlas.
Yo he visto gafas preciosas que al probármelas me las he quitado rápidamente porque me veía horrible, y viceversa, gafas que no me decían nada que al probármelas me quedaban perfectas. Lo de las gafas de sol puede convertirse en un vicio, la moda en general puede producir cierta adicción, lo mejor es no verlas, no probárselas, huir de los expositores de gafas de sol como de la peste, porque uno puede engancharse, llegar a ser adicto a las gafas de sol.
Uno cambia de gafas de sol como si pretendiera cambiar de personalidad, siempre es algo más fácil, dime qué gafas de sol llevas y te diré quién eres, o mejor aún, quién pretendes ser.

El paseante


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