Nada como la
casa de uno, y si es tan bonita como la de la foto mejor, pero aunque no lo
sea, da igual, el verdadero confort y comodidad lo encuentras en tu propia
casa, y si encima es tan botina como la de la foto pues un placer estético
añadido que reconforta los sentidos después de tanta fealdad como hay por el
mundo.
De ahí que
todo lo relacionado con la decoración haya proliferado tanto, tiendas,
revistas, expertos, muebles, complementos, todo ello muy variado, con
diferentes estilos, inagotablemente consumista, como todo lo que sea moda, la
decoración es también moda, moda que caduca, antes se tenían muebles para toda
la vida, muebles buenos, ahora periódicamente se renuevan las viviendas y se
manda todo al contenedor, lo sé por experiencia, he rescatado de la basura
verdaderas joyas de anticuario que seguramente habían sido sustituidos por
muebles de Ikea o similares, con todos mis respetos a Ikea porque soy su
admirador, tengo muebles de Ikea y me parecen de un diseño y un buen gusto
extraordinario, es más, creo que el gran paso de gigante en la difusión del
buen gusto en decoración se debe a Ikea, verdadero emblema de la modernidad.
Es cierto
que lo antiguo es un lastre, que hay que evolucionar, cambiar, renovarse, en
todo, que las tendencias cambian y que es divertido el traer nuevos objetos a
tu vida, parece que rejuveneces, que evolucionas, que mejoras, que dejas atrás todo lo que ya no
te sirve y con ello parece que refundas tu vida y partes de cero, pura
psicología, de ahí lo de redecora tu vida, tan acertado.
Tu hogar es
como una concha o un caparazón, eres como un caracol, en él habitas, es tu
santuario, tu torre de marfil, tu refugio, tu guarida, el reducto último donde
ponerte a resguardo de las inclemencias de la vida y recargarte centrándote en
ti para volver a afrontar la vida con energías renovadas.
El paseante
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