No es una prenda, ni siquiera un complemento, lo sé, pero la sección de moda de este blog se llama así, qué le vamos a hacer...
Yo no me veo
tan tatuado la verdad, pero al modelo le queda bien, incluso diría que le
favorece, hay todo tipo de tatuajes y en cualquier parte del cuerpo, incluso en
las más eróticas, a mí me gustan los de motivos geométricos, abstractos, nada
en concreto, o los de palabras, como si el cuerpo fuera un libro y
escribiéramos en él, esos me resultan muy sugerentes, es como si la literatura
se apropiara de alguien y lo convirtiera en un libro que se pudiera leer, muy
sugerente, poético.
Los del
modelo me gustan, apropiados para el rostro, sin duda, artísticos, sugerentes,
atractivos, le visten, porque el tatuaje viste el cuerpo, en este caso como si
fuera una especie de máscara-casco, el tatuaje cubre la piel, la oculta, o más bien
la vela, es como una transparencia que sin modificar su contorno, sus
volúmenes, sus formas, su tersura, cambia su apariencia sin borrarla
totalmente, porque la piel, el cuerpo sigue ahí, simplemente se interpone entre
el observador y lo observado un tatuaje, una tinta, un dibujo, una escritura,
una caligrafía, como un grabado, y objetualiza el cuerpo decorándolo,
despersonalizando, convirtiéndolo en arte siquiera sea parcialmente, dotándolo
de un atractivo especial, mitad exótico y mitad erótico, porque el tatuaje
tiene siempre algo transgresor, desinhibido, sexual, golfo, atrae la mirada
hacia la piel y uno quiere tocarla para sentirla, para comprobar que pese a esa
caligrafía sigue ahí, tibia, suave, húmeda, turgente, deleitable, escurridiza,
ofreciéndose a través de esa provocación que es el tatuaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario