Se estrenó el año en el que yo nací, 1960.
El año qué nací yo qué planeta reinaría...
El martes pasado por la tarde en el metro dos jovencitas iban buscando en internet del móvil datos sobre la película, se bajaron en la estación de Ríos Rosas, iban a la exposición del mismo nombre de la sala del Canal de Isabel II, de la cual ya hice una reseña en el blog allá por el verano.
Fellini es algo así como el Woody Allen del neorrealismo, era, por encima de todo, él, siempre él, algo muy de genios, el genio es siempre él mismo en su obra, se puede decir que el genio y su obra vienen a ser la misma cosa, véase el caso del gran Woody, Fellini, el paseante...
Ser un genio es precisamente eso, dejarse llevar por uno mismo, poco más.
De ahí que ser un genio sea con frecuencia algo que requiera poco esfuerzo y muy placentero, una verdadera dolce vita.
Ser un genio es un placer, véase si no mi caso, yo disfruto con el blog como un niño, para mí hacer el blog es algo tan natural como el respirar, tan natural, fácil, involuntario, sale solo, y tan necesario como el respirar, si no hiciera el blog me asfixiaría, y os asfixiaríais seguramente vosotros también, entre tanta penuria os faltaría el oxígeno del blog para nutriros.
Pues igual con Fellini, e igual con el amigo Woody, lo mismo, por eso gustamos tanto y tenemos tantos seguidores, lo verdadero tiene que ser fácil y espontáneo, como beberse un vaso de agua, sólo se necesita la transparencia del agua y la sed, porque la verdadera obra de arte tiene que ser transparente y verse a través de ella a su creador, para así poder bebértela con verdadero deseo, ansia, placer. Es en definitiva como tener un orgasmo con su creador.
La dolce vita es un placer, de ahí el nombre de la película, os complacerá verla, igual que ver el cine de Woody Allen o leer el blog de el paseante.
A mí me gustaría llevar una dolce vita, pero ahora que lo pienso creo que la llevo, la llevo a través del blog, os invito a compartirla conmigo.
el paseante
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