viernes, 23 de noviembre de 2012

La lectura del fin de semana. El tercer ojo. Lobsang Rampa.



Se trata de una vieja edición de El tercer ojo de Ediciones Destino del año 1973, una joya bibliográfica sin duda.
Me la encontré tirada en la basura.
Aunque tengo otro ejemplar de este libro en mi biblioteca nunca lo leí, mi ejemplar es en rústica,  siempre me produjo cierta pereza leerlo, no sé bien por qué.
Me pareció una especie de señal el encontrarlo y me he leído el libro.
Yo fui también un niño,  me he identificado con el protagonista, un niño aspirante a Lama que se iniciaba en su dura formación, como digo yo también fui niño, aspirante a no sé bien qué, aún hoy en día no he logrado averiguarlo,  a este joven aprendiz de Lama le formaban ante todo en el espíritu, a los niños de mi generación nos formaban en el espíritu también, e igual que al joven Lama de la novela, más por imposición que por convicción, nos formaban en humanidades, hoy en día tengo la sensación de que todo eso ha sucumbido ante la habilidad técnica, el hombre como máquina.
Son impresiones mías, nada más.
La novela es una delicia, primera de una larga saga de novelas sobre el Budismo escritas desde dentro del budismo por este brillante autor, primer artífice del acercamiento de oriente a occidente,  en sus páginas se aprende que había una manera diferente de entender la espiritualidad, más íntima, cercana a la persona, comprensiva y delicada, la espiritualidad oriental está hecha a la medida del hombre y así se ha mantenido, la occidental nació igualmente pegada al individuo pero con el devenir de la historia se fue pegando a los Estados, y eso me pasó a mí, en mi educación religiosa intervino demasiado el Estado, el Estado, esa mano alargada, esa sombra, que todo lo quiere atrapar.
Junto con esta obra había muchas otras del mismo autor en la basura, las recogí todas, es curioso, la espiritualidad hoy en día acaba en los cubos de basura.

el paseante


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