miércoles, 28 de noviembre de 2012

Corto viaje sentimental a Cataluña.



Cuando en Casablanca preguntan a Humphrey Bogart cuál es su nacionalidad él contesta: soy borracho.
Pues yo igual, y es que llega un momento en el que la verdadera patria de un hombre es el alcohol, en mi caso más concretamente el whiskey, y más concretamente aún el Jack Daniel's, el viejo amigo Jack.
Hay una ventaja en ser ciudadano del whiskey y es que a cualquier lugar que vayas va la patria contigo, en cualquier parte hay Jack Daniel's y si no pues metes la botella en la maleta
Clin, clin, chin, chin, cloc, cloc, los cubitos de hielo chocan en la calma ambarina del whiskey, ese mar limitado por el círculo de cristal del vaso, que apenas se agita en un suave y perfumado oleaje cuando te lo llevas a los labios para beber un trago, lentamente los icebergs de hielo van derritiéndose entre las aguas de ese océano de delicado y aromático sabor y textura ligeramente densa.
Groenlandia debe ser algo parecido, o así me la imagino yo, llena de whiskey y con icebergs, un paraíso, la verdadera patria de todo borracho es, en realidad, ésa, Groenlandia, sin dudarlo.
Y todo esto a cuenta de Cataluña...
Bueno, pues sí, porque la patria de un hombre no es otra cosa sino un sentimiento, y los sentimientos son irracionalizables, inmodificables, y producen cierta nostalgia si tienen que ser reprimidos.
Véase si no el ejemplo:


Necesita un whiskey.

 el paseante


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