No sé muy bien qué tipo de cine es éste, debo haberme
quedado anticuado seguramente, no es el tipo de película a la que estoy
acostumbrado, me gustan las películas con algún tipo de pretensión, no sé si me
explico, que me digan algo, me sugieran algo, que conecten con mi interior y
despierten algo en mí que en cierta manera perdure después, me enriquezca, me
haga ser más consciente, me prepare para avanzar por el camino del
conocimiento, para mí el cine como arte tiene esa función, similar a la literatura,
la poesía, la pintura, el arte en general, tal vez espere demasiado,
seguramente, pero esta película no puso delante de mi contemplación nada que no
fuera obvio, propio de cualquier telefilm, tal vez ésa sea su pretensión, no
más, ser un supertelefilm, el telefilm de telefilms, y es que la televisión ha
ido fagocitando al cine con su lenguaje rápido y su consumismo fácil e
incesante, no se trata de pretender transcender, simplemente de hacer taquilla.
Fui a verla porque leí que su director era el nuevo Hitchcock,
no lo creo, sinceramente no se parece en nada, es mucho más sutil Hitchcock, o
por mejor decir Hitchcock era sutil y en esta película no hay sutileza alguna,
es todo, como ya he dicho, de una obviedad aplastante, no deja nada a la
imaginación del espectador, parece no confiar el director en la pericia del
espectador, le convierte en una simple máquina de ver y no le hace pensar en
absoluto, el resultado es la perplejidad, uno es arrastrado a través de la
película a la fuerza, sin convicción, simplemente porque está mirando a la
pantalla, sentado en la butaca del cine y es abducido por esa cascada
trepidante de imágenes que nos van mostrando una trama ingeniosa en la cual no
creemos y para cuyo desarrollo no se cuenta con nuestras habilidades de contempladores
de imágenes, procesadores de sonidos, urdidores de pensamientos, artífices de
imaginaciones, de espectadores de cine en definitiva. Me pregunto si este
director es el nuevo Hitchcock quién será por ejemplo el nuevo Billy Wilder,
tal vez Santiago Segura.
Al final uno sale del cine poco convencido de haber visto en
realidad una película tal y como ésta se entiende normalmente, se pregunta uno
si es una especie de reportaje, un telefilm de telefilms o una broma, más bien
será eso, una broma que te mantiene sentado en la butaca del cine durante más
de dos horas por no molestar a los demás de la fila marchándote antes de
tiempo, una broma en la que has caído como en una trampa simplemente porque
nombraron al maestro Hitchcock en un titular de periódico que se refería a la
película, algo que nadie en su sano juicio debería haber hecho, en fin, cosas
de los medios de comunicación que se van convirtiendo cada día más en una
especie de pseudo publicidad encubierta en lugar de informar.
Deberían resarcirnos por cada vez que nos hacen ir al cine
engañados haciéndonos falsas promesas, para mí es una especie de daño moral.
El paseante
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