No sé si es literatura propiamente, Barthes reflexiona sobre
el lenguaje, sobre los lenguajes, y a través de esas superficies llega a
conclusiones sobre el fondo, sobre lo que significa desde un punto de vista
profundo el lenguaje, Mitologías
sobre el lenguaje simbólico, El imperio
de los signos sobre el lenguaje de los signos, Fragmentos de un discurso amoroso sobre el lenguaje amoroso, Incidentes sobre el lenguaje sexual, Roland Barthes por Roland Barthes sobre
el lenguaje fotográfico, El grado cero de
la escritura sobre el lenguaje literario.
Cada vez más me resulta difícil leer ficción, prefiero leer
reflexiones sobre la realidad, pensamientos, algo que sea reflejo de la vida y
no una recreación de la vida, Barthes es además de lectura fácil, no resulta
erudito sino que tiene una forma de expresarse muy divulgativa y directa, de ahí
la repercusión y el interés que ha suscitado su obra por otro lado muy unida al
análisis de la modernidad en clave clásica, humanística, analizando lo que los
nuevos lenguajes tienen de expresiones de una realidad que si bien cambia en su
superficie es siempre la misma en su fondo porque nuestras necesidades desde el
punto de vista de la comunicación no varían en lo esencial.
La vida es el sí misma el lenguaje, eso parece decirnos
Barthes siempre, y esa vida que vivimos se va disfrazando de otros lenguajes
secundarios que la reflejan como unos espejos distorsionadores que hay que
saber interpretar en profundidad para ver lo que en realidad reflejan, ver
detrás de las apariencias de los lenguajes, aprender a leer esos lenguajes más
allá de sus mensajes obvios, otro libro suyo se titula precisamente así, Lo obvio y lo obtuso, la realidad
aparente y la que se nos escapa si no nos aplicamos en su análisis.
Sus libros son siempre aleccionadores y uno se reconoce en
ellos, se siente reflejado, te hacen sonreír porque sus sutiles análisis te
hacen enfrentarte a ti mismo, a esa superestructura que todos somos, a esa
armadura de cartón piedra que todos llevamos y todo lleva, Barthes hace que al
cartón piedra se reblandezca como si le lloviera encima, y así nos damos cuenta
no tanto de la falsedad sino de la verdad que esconde la apariencia en un juego
de dobles lecturas que se van superponiendo a la lectura rápida de nuestra vida, Barthes nos hace ralentizar esa lectura para hacernos más
conscientes.
El paseante
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