lunes, 14 de mayo de 2012

Casa Okupada en Lavapiés.




Vivo en el madrileño barrio de Lavapiés, ya os lo he contado, y tengo de vecinos a los okupas de las numerosas casas okupadas que hay en el barrio, son muy buenos chicos, os lo aseguro, gente honrada, como Dios manda, entrañables, tienen algo de desvalidos, de faltos de cariño, de maltratados por la sociedad, son muy jóvenes, podrían ser mis hijos, y me resultan como de la familia, tan sencillos, sinceros, espontáneos, pacíficos, tienen algo que llama a la familiaridad y al sentimiento, he decidido adoptarlos siquiera sea desde un punto de vista psicológico.
Soy su protector, su adalid, su valedor.
Siquiera sea desde un punto de vista psicológico...
Me veo reflejado en ellos cuando era joven, aunque yo ni okupa fui, igual que ellos no tenía nada, la noche y el día, el sol y la luna, una mano delante y otra detrás, sin oportunidades, un mundo hostil, desalmado y cruel amenazaba con arrastrarme hasta la marginalidad, como a ellos.
Estos chicos carecen seguramente del apoyo familiar que yo tuve, y por eso están así, pero por otro lado al no tener ese apoyo familiar nadie les corta las alas como hicieron conmigo, y son libres, y viven como quieren, y parecen ser felices, desde luego que más felices que fui yo que me pasé toda mi juventud estudiando, menudo rollo...
¿Y para qué? Me pregunto, estudié tanto.
Si luego no aplicas nada de lo que tanto estudias.
Todo cambia a la velocidad del rayo, y el conocimiento que no se pone en práctica se olvida rápidamente.
Toda la vida estudiando tonterías que para nada sirven desde niño.
El aprendizaje debería ser reconsiderado, tal y como hoy está planteado me parece absurdo, poco útil para la sociedad y para el individuo.
Estos chicos han decidido bajarse de ese carro que a ninguna parte lleva, son íntegros, coherentes, sinceros consigo mismos, me recuerdan a los hippies de los años 70, make peace not war.
Son los hippies del siglo XXI los okupas, la filosofía de vida que subyace detrás es la misma.
Pues nada, chicos, hijos míos, que seáis todo lo felices y libres que yo no he podido ser.
Mirándoos contemplo la vida que he desaprovechado y que se me va.


Os quiere


vuestro paseante

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