miércoles, 9 de mayo de 2012

La tumba de Tutankamón.

¿Cómo descubrió Howard Carter la tumba de Tutankamón?

La historia completa del hallazgo más importante de la egiptología.
  • Miércoles, 09/05/2012 | 21:49 hs- EL MUNDO.

PERSEVERANTE. Howard Carter tardó 14 años en hallar la tumba de Tutankamón.
EGIPTO.- No se sabe a ciencia cierta cuándo Howard Carter se obsesionó con la idea de hallar la tumba del joven monarca, pero el caso es que cuando Davis abandonó su concesión en 1914, Carter y Carnarvon se apoderaron de ella al instante. Carter estaba convencido de que en algún lugar del silencioso y rocoso Valle de los Reyes, descansaba Tutankamón.
Carter sabía que a no ser que organizara la búsqueda con seriedad científica, sería como buscar una aguja en un pajar. Su meticuloso trabajo incluía técnicas que ahora se consideran esenciales pero que, a principios del siglo veinte parecían excesivas. Pero al poco tiempo de comenzar su trabajo, estalló la Primera Guerra Mundial y tuvo que abandonar su tan esperada oportunidad.
En 1917, Carter pudo continuar su trabajo. Era un esfuerzo agotador ya que el Valle de los Reyes estaba plagado de restos de arena y roca removida en las primeras excavaciones, así como en otras más recientes. Además, para confundir a los ladrones, los primeros constructores habían arrojado montones de tierra en lugares alejados de la zona en que estaban trabajando. Este sistema servía a su vez para confundir a los arqueólogos 3.000 años después. Por otro lado, el calor estival era tan intenso que las excavaciones podían realizarse tan sólo en los meses de invierno.
Año tras año, Carter continuaba su búsqueda, vaciando el fondo del valle hasta encontrar la roca. Después de cinco años de trabajo, los trabajadores habían sacado 200.000 toneladas de arena y escombros usando herramientas manuales y cestos, como habían hecho en el pasado los es laves del antiguo Egipto. En 1922, sigue sin encontrar nada verdaderamente importante. Lord Carnavon decidió interrumpir su financiación y llamó a Carter al çastillo de High-clere para cancelar la investigación.

Una nueva oportunidad
Anticipando la decisión de Carnarvon, Carter llegó a Highclere preparado con todos los argumentos necesarios para continuar el trabajo. Según él, existía una zona del valle que aún no habían investigado sistemáticamente. Estaba cerca de la tumba de Ramsés VI, que había reinado poco después de Tutankamón, cerca de la cual Davis había encontrado unos pocos e incomprensibles artefactos con el nombre del faráon grabado. Rogó a Carnarvon que le dejara continuar el trabajo, diciendo que él mismo financiaría el resto de los hallazgos si no se encontraba nada. Carnarvon, impresionado por la decisión de Carter, accedió a pagar un año mas.
Carter volvió a Egipto y se dispuso a limpiar la zona justo delante de la tumba de Ramsés VI. Era el 4 de noviembre, justo antes de la llegada de los turistas y Carter esperaba poder evitar sus interrupciones diarias. Inmediatamente, los empleados del británico encontraron algunas cabañas utilizadas por los obreros en la época en que se construyó la tumba.

El hallazgo
Ya habían retirado todas las cabañas y los obreros comenzaron a excavar hasta la roca de fondo, un metro más por debajo. Al llegar a la roca, encontraron un escalón cavado en roca. Al día siguiente descubrió 12 escalones más, así como la parte superior de una puerta, cubierta de yeso y cerrada con un antiguo precinto. Este mostraba al zoomorfo Dios Anubis, con cabeza de chacal, sobre un grupo de nueve cautivos atadas: el precinto utilizado por guardianes de tumbas egipcios para sellar las tumbas importantes.
Carter estaba muy emocionado. ¿Podría ser esta la tumba que llevaba tanto tiempo buscando la cámara funeraria de Tutankamon? Armado de paciencia, interrumpió la excavación y envió un cable a Carnarvon: «Por fin he hecho un gran descubrimiento en el valle; una tumba magnífica con los precintos intactos; lo he vuelto a cubrir esperando su llegada; enhorabuena.»
Durante tres semanas, Carter tuvo que contener su emoción. La tentación de romper las puertas y ver qué había en su interior debió ser enorme, pero Carter decidió esperar hasta que su patrocinador llegara a Egipto. Carnarvon y su hija, lady Eveivn Herbert, llegaron a Luxor el 23 de noviembre. Al día siguiente presenciaron cómo volvían a descubrirse los 16 escalones que conducían a la tumba.
Una vez descubierto el resto de la puerta, Carter y Carnarvon descubrieron el sello de Tutankamón en su base. Por fin habían descubierto la tumba del esquivo monarca. Pero los sellos y la puerta daban muestras de haber sido hollados miles de años atrás. ¿No volverían a encontrar otra tumba vacía, con sus tesoros expoliados? Sólo había una manera de descubrirlo. Cuando retiraron los bloques que sellaban la entrada, encontraron un túnel lleno de escombros.
El 26 de noviembre por la tarde, ya habían conseguido retirar los escombros y encontraron una nueva entrada bloqueada. Temblando de emoción, Carter hizo un agujero en la esquina superior izquierda de la puerta. Introdujo una vela y miró por el hueco. Al principio no podía ver nada, pero a medida que sus ojos se adaptaban a la oscuridad, comenzó a distinguir unas estatuas y el brillo del oro en la oscuridad. «Ve algo?», preguntó Carnarvon, sin poder contener su impaciencia. «Sí, cosas increíbles», contestó Carter.
Fue el descubrimiento arqueológico del siglo. La prensa mundial se volcó sobre la noticia y Carter, Carnarvon y Tutankamón se convirtieron en estrellas al instante. Pero la emoción estaba cuajada de dificultades. Carter y Carnarvon otorgaron al Times de Londres la exclusiva absoluta sobre la noticia.
Inevitablemente, el resto de la prensa, frustrada por su exclusión, se dedicó a fraguar historias contra los descubridores: diciendo que estaban vaciando la tumba sin permiso; que se habían quedado varios objetos. Por otro lado, la gente quería ver el increíble hallazgo.
Carter tenía mucho trabajo de carácter científico que realizar, pero era interrumpido constantemente por la curiosidad de jefes de Estado y miembros de la realeza. Bajo tanta presión, se enfrió la cordialidad entre Carter y Carnarvon. En la primavera de 1923, lord Carnarvon murió de neumonía, al complicarse un envenenamiento de la sangre causado por la picadura de un insecto. Carter se quedó solo para continuar el trabajo.

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