viernes, 20 de abril de 2012

Vuelvo a casa al atardecer (3).


Vuelvo a casa al atardecer
Llego a casa, sí llego
Después de traspasar el círculo de luz
Que aprisiona la ciudad como un anillo de oro
Cruzo las altas arboledas del deseo y la desolación
Las arboledas que me escuchan, me hablan, me consuelan
Que me dicen que tenga paciencia
A las cuales cuento mis alegrías, mis tristezas, zozobras, dudas y certezas
Las arboledas, mis amigas
Y llego, por fin, a mi casa de los arrabales
Arrabales de Madrid donde la ciudad pierde su nombre
Sus señas de identidad, su ruido, su tráfico, sus multitudes
Llego al altiplano desde el cual contemplo en la lejanía toda la ciudad
Dormida ya, tendida sobre el horizonte como una mujer hermosa
Que desnuda espera ser conquistada cada mañana por mí
Deseo incesante, repetido día tras día, y nunca consumado
Llego a casa al atardecer
Abro la puerta, enciendo la luz, pongo la radio
La radio que me habla no sé de qué
Incesante en su murmullo absurdo de cosas sin importancia
Al fin estoy en casa, en ese caparazón que me protege, me aísla
Ermitaño de la vida, eremita de mis sueños
Dentro, por fin, de mi jaula de oro
Encaramado en mi torre de marfil
Contemplo por última vez tanta belleza
La ciudad dormida, punteada de luces cual brillantes
Y a lo lejos las montañas azules que duermen ya tendidas en la oscuridad azul de la noche
Y entonces, sólo entonces, me desnudo
Desnudo mi alma de todas las vestimentas del día
De sus obligaciones, afanes, quimeras
Y sueño, sueño hasta el amanecer
Con la idea de ser feliz
Y de vivir en un mundo feliz
Paseante de las noches
Compañero de las estrellas
Astronauta de las galaxias

José Ramón Carballo
20-abril-2012

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