martes, 17 de abril de 2012

Dumbo y yo.


Es uno de los iconos de mi infancia, el elefantito Dumbo, en la imagen está junto a su mamá, que le quiere, le mima, le protege, y él es feliz junto a ella, tan tierno, entrañable, adorable, pero las cosas se complican, por qué será que las cosas siempre se complican, y le raptan para llevárselo a un circo donde le maltratan, terrible, cuando eres niño también tienes que tragarte estas historias tan crueles, tristes y despiadadas, menos mal que Dumbo, no sin antes pasar por indecibles calamidades y crueldades, es rescatado y vuelve a ser feliz, hasta donde recuerdo la historia era algo así, lo que sucede es que con los años he ido aprendiendo que después del sufrimiento la felicidad no es total ya nunca porque uno se vuelve temeroso de que algo malo vuelva a suceder.
Dumbo y yo, menuda historia, Dumbo me hizo sufrir mucho, y la semana pasada ha vuelto el fantasma del sufrimiento de Dumbo a apoderarse de mi subconsciente, y he vuelto a sufrir por la mala vida del pobre elefantito, al verlo ya adulto muerto y apoyado de manera cruelmente burlesca con la trompa doblada contra el tronco de un árbol, colocado como si aún tuviera vida pero sin tenerla ya.
¡Menuda proeza!
Es como para estar orgulloso y hacerse una foto sonriendo delante del pobre animal muerto.
¿Y qué culpa tenía el pobre bicho para hacerle eso?
Todos mis fantasmas de la infancia han renacido la semana pasada, con Dumbo lloré mucho, y la semana pasada he vuelto a llorar con un llanto más desconsolado porque al Dumbo adulto muerto no lo resucita ni Walt Disney.
Ante todo el elefante, la indiferencia con él, su sufrimiento inútil, el atentado que supone contra una especie protegida y en peligro de extinción y la inconsciencia, la sonrisa frente a la catástrofe provocada.
Dumbo, el mítico Dumbo de mi infancia, que tan difícilmente fue rescatado de sus secuestradores, la semana pasada fue matado, y de la foto no me podré escapar ya nunca, me persigue por la red, me persigue por mi subconsciente, acecha pidiéndome con su muda crueldad infinita que haga algo, no sé bien qué, pero algo.
Me remueve la conciencia la imagen como echándome en cara mi pasividad y la de tantos otros que hacen que Dumbo acabe así.
Triste, solitario y final.
Pobre Dumbo.
 Te han matado definitivamente en mi subconsciente, con tu muerte pierdo definitivamente toda la inocencia de la infancia, y no hay consuelo que valga.

el paseante

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