domingo, 15 de junio de 2014

Llegada a Madrid (Un asesino en las calles 13).



Llegada a Madrid


Carballo llegó a Madrid una calurosa mañana del mes de junio, no había color, donde esté este clima, eso se dijo Carballo cuando después de 18 horas de vuelo aterrizó al fin en el aeropuerto de Barajas, mal clima el de Vancouver, nada que ver con este sol, añadió Carballo complacido mientras bajaba por la escalerilla del avión, sintiendo la intensa luz del sol sobre su cara y el calorcillo reconfortante sobre su cuerpo. El vuelo había sido un verdadero vía crucis, había regresado por Atlanta debido a no se sabe bien qué problema técnico en el control de rutas aéreas, un cuento chino seguro, el resultado fue agotador, sobrevolando Atlanta Carballo miró hacia abajo, de qué le sonaba Atlanta?, se preguntó, ya está, se dijo, Escarlata, Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchel, miró fijamente por ver si quedaba algo de la antigua mansión de los O’Hara pero ni rastro quedaba, nada que ver, todo eran vías de circunvalación, puentes colgantes, coches y edificios enormes que brillaban al sol de Atlanta como si se tratara de torres elevadas sobre la superficie de Saturno, aquello era desolador, pero dónde estaba la magia del viejo sur?, se preguntó Carballo, y la verdad es que cerró los ojos tratando de no ver más en lo que había convertido el progreso algo tan emocionante como Lo que el viento se llevó.

Y el viento fue el que hizo llegar el avión con más retraso aún porque era un viento de cara, es decir, frenaba el avión, hubiera sido mejor tener el viento de culo, con perdón, cuando al fin recogió el equipaje y se metió en el metro, Carballo es sumamente ahorrativo, se sintió aliviado, al fin en el subsuelo después de 18 horas en el aire!!!!!!!!!!, se dijo, aquello fue para él como volver al vientre de su madre, de su madre ciudad, nunca mejor dicho, su ciudad natal, al salir a la superficie en la boca de metro de Gran Vía soltó un sonoro resoplido como si fuera un caballo de carreras después de un gran esfuerzo y se prometió a sí mismo no volver a viajar en una larga temporada, sobre todo no a Vancouver, tal vez sí a su pueblo, en Guadalajara, en la tierra de El Quijote, de donde procedía Carballo, un Carballo quijotesco, caballero andante de la policía.

Abrió la puerta de su apartamento, entró, estaba oscuro, totalmente oscuro, y sintió un olor extraño, algo no andaba bien, pensó, cuando de repente algo sucedió…

(continuará)

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