jueves, 26 de junio de 2014

La lectura del fin de semana. Seis personajes en busca de autor. Luigi Pirandello. 1921.




Yo también soy un personaje en busca de autor, y un autor en busca de personaje al mismo tiempo, mientras no somos reconocidos por alguien es como si no existiéramos, al menos desde un punto de vista teatral, y la vida es eso, un puro teatro, bien lo supo ver Pirandello integrando al autor y a sus personajes en la representación y sus conflictos, recientemente Polanski en su película La Venus de las pieles hizo algo parecido, al final parece que el personaje no es sino una proyección del propio autor, de sus más íntimos deseos, necesidades, carencias, planteamiento radical que nos hace pensar, mirar hacia dentro de nosotros mismos e intentar reconocernos siquiera sea en ese juego de espejos ilimitado que es la vida, que es el vivir, ser conscientes en definitiva de que todo es uno y todo está relacionado.
Vagar en busca de un autor, qué otra cosa es la búsqueda del amor? Vagar en busca de un personaje, qué otra cosa es enamorarse? Ser conscientes de este desdoblamiento del yo en el otro y asumirlo, integrarlo para conseguir una relación de ida y vuelta que resulte enriquecedora, una dinámica propia que nos nutra y nos haga crecer.
El autor va creciendo a la par que su personaje, y además el propio autor es también personaje, un lío, es importante vivir esta situación sin ser muy consciente de ella o quedaríamos paralizados, no hay nada peor que ser consciente de que uno está representando siempre un personaje porque sobreactúa, no es natural, hay pues que meterse en el personaje, vivirlo como si no estuviéramos representando ni creando personajes, es decir, vivir como si viviéramos y no vivir como si representáramos que es lo que en realidad hacemos.
Tampoco quiero crearos ningún trauma existencial, no le deis demasiadas vueltas y la obra de Pirandello mejor verla representada que leerla porque te vuelve un poco loco tanto desdoblamiento, segunda lectura y rebeldía de los personajes, rebeldías que no son sino las del propio autor.

El paseante

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