jueves, 26 de junio de 2014

La reflexión de la semana (7). La peregrinación en sí misma es la meta.



La peregrinación en sí misma es la meta

Cuando observo mi vida, es mucho más rica y satisfactoria de lo que nunca me habría imaginado. Estoy lleno de agradecimiento por todo el amor, la comprensión y la alegría absoluta que me ha reportado estar aquí. ¿Por qué pienso entonces en la muerte con tanto anhelo?
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La satisfacción, la felicidad, la riqueza son irrelevantes. La vida es mucho más que eso. No puede reducirse simplemente a pequeñas palabras, como agradecimiento, amor, comprensión o felicidad absoluta. Cuando las hayas superado todas, te sorprenderás al ver que la existencia es tan inmensa que no hay palabras que la puedan definir en ningún idioma; la mente no tiene capacidad de entenderlo. Sin duda el término no es satisfacción; satisfacción es un término muy pobre. Tampoco es simplemente alegría, ni simplemente amor. Es tan inmenso que lo único que puedo decirte es que esos términos son como si estuvieses intentando vaciar el océano con una cucharilla.
Una vez… Platón, uno de los grandes filósofos griegos, siempre estaba en litigio con su coetáneo Diógenes. Este último era un místico y sabía ciertas cosas que Platón ni siquiera imaginaba, aunque fuese un gran filósofo. En los libros y la historia de la filosofía puedes encontrar a Platón pero no a Diógenes. En cambio, Diógenes tenía la verdad y Platón no, aunque fuese un gran pensador, un gran intelectual. Diógenes era un hombre sencillo, parecía un niño inocente, pero sabía algo que no pueden saber miles de Platones.
Un día Platón estaba paseando cerca del mar de madrugada, y vio a un hombre. Era muy temprano, todavía era de noche y no había salido el sol. No se podía figurar quién era. Era Diógenes. Diógenes se acercaba a la orilla, cogía una cucharadita de agua y la echaba en un agujerito que había escarbado en la arena. Luego se acercaba a la orilla otra vez y volvía a coger otra cucharada de agua.
Platón se dio cuenta de lo que estaba haciendo. ¡Parecía un loco! Y pensó por un momento que no quería interferir. Pero la mente es tan curiosa que se dijo: “Es posible que no esté tan loco; puede que esté haciendo algo importante y yo no me dé cuenta. Voy a preguntárselo”. Así que fue y le dijo: “Perdona mi intromisión, no deseo interrumpirte porque quizá estás desarrollando un gran proyecto, pero ¿qué estás haciendo?”.
Diógenes dijo: “Estoy intentando vaciar el mar”.
“Dios mío – exclamó Platón - . ¿Con esa cucharilla?”
Ya empezaba a salir el sol. Diógenes se echó a reír y dijo: Dime Platón, ¿y tú qué estás haciendo?”. Entonces, Platón reconoció a Diógenes. Diógenes solía ir desnudo, pero ese día se había cubierto con una tela para que Platón no lo reconociese de inmediato porque, si no, no se habría acercado a preguntarle.
Platón se quedó anonadado y no pudo responder. Diógenes dijo: “Esto es lo que tú estás intentando hacer. Tu mente no es más que una cucharilla, y estás intentando apurar esta existencia oceánica con esa cucharilla. Hago esto para recordártelo; ya sé que es imposible vaciar el mar. Pero tú también deberías recordar que lo que tú estás haciendo es imposible”.
Es una suerte llegar a ese punto en el que uno es tan feliz que no le importa morirse. Pero yo te sugiero que esperes un poco porque sé algo más. He superado ese punto, y el día que lo superé, por primera vez, la vida me abrió todos sus misterios. Desde entonces, no he tenido el deseo de morir ni una sola vez, por el simple hecho de saber que la muerte no existe. Hay más y más vida. Y esta vida inagotable no tiene fin.
Una pareja está de vacaciones en Florida cuando, en mitad de la noche, se desata un huracán. La mujer está muy preocupada y no puede pegar ojo. Él, en cambio, duerme profundamente. “Despierta – exclama ella zarandeándole -, la casa se mueve como si fuese a salir volando.”
“Tranquila – dice él -. Duérmete. La casa es alquilada.”
Todas las casas que has alquilado han salido volando muchas veces. Esta casa también es alquilada y un día saldrá volando. Pero tú te quedarás ahí.
Eres un eterno peregrino.
Tu peregrinación no tiene fin y no va a ninguna parte.
La peregrinación en sí misma es la meta, no hay una meta.
Un anciano va al médico a someterse a una revisión. El médico se da cuenta de que le tiemblan muchísimo las manos. “Usted debe beber mucho”, le dice el médico.
“En absoluto – responde el viejo -. Se me cae casi todo.”
Tienes que llegar a ese punto en el que se te empieza a caer casi todo. No te conformes con tan poco. No has llegado ni al principio.

Osho
No tienes nada que perder


Comentario de una seguidora sobre el texto:


Gracias amigo, como me conoces, me ha encantado.
 Efectivamente es así, tratar de comprender la inmensidad de la vida a nivel intelectual es imposible, es como dice Diógenes tratar de vaciar el océano con una cucharita.
  Solo es posible comprender  lo que es cuando miras hacia tu interior y sin hacer nada de nada, nada más que observar empiezas a sentirlo y a  comprenderlo, pero a esta comprensión llegas a través de ir purificando o eliminando el pensamiento, pues es como si limpiases un cristal sucio. Esto te lo digo porque es lo que yo he empezado a experimentar con la meditación que es la herramienta de trabajo que a mí hasta ahora me está funcionando.
  Y en ese peregrinaje, vas descubriendo a nivel de las entrañas, que es como yo lo denomino cuando algo se ubica en mí de forma permanente, nuestra esencia, que es pura conciencia, es sentir que no tienes cuerpo, pero que estas ahí. Te diré que yo en este último retiro, lo he percibido en una parte de mi cuerpo, me quedé impresionada, la experiencia fue muy intensa aunque no duró mucho, observando eso ves que nuestra esencia, esa chispa divina como algunos místicos llaman es imperecedera, permanente, y que solo va ubicándose en diferentes "recipientes" en función de las experiencias a atravesar para purificarse totalmente, es como los  procesos que se utilizan para separar totalmente puro un metal precioso.

 Para finalizar, te recuerdo que somos mariposas.

  Un besote,


  Mt    
 

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