El look artista,
recuerdo los últimos años que fui a la feria ARCO, iba más por ver las
pintorescas personalidades y looks variados del sector artístico que por ver
las obras cada año más calamitosas, luego me cansé de ir y de pasar frío en
pleno febrero en la lejana e inhóspita explanada del parque ferial Juan Carlos
I, pero los últimos años que acudí mi atención se desplazó desde las obras
expuestas, cada vez peores y más absurdas, hacia esos looks tan inverosímiles
de artistas, marchantes, galeristas y demás progresía intelectualoide, también
me fijaba por contraste en el look de los compradores, overdressed que dirían
los anglo parlantes o endomingados que diríamos por aquí, éstos recibían un
trato especial, lógico, y por lo que pude observar les vendían unos muertos
colosales dado que el dinero todo lo soporta, hasta el mal gusto, casi todos
eran latinoamericanos, fortunas ganadas quién sabe cómo, era verles y pensar en
la desigualdad y pobreza de sus países y cómo eran reflejo del problema de las
clases dominantes que gobiernan en su beneficio exclusivo, algo en lo que
España ha ido cayendo con la corrupción.
Volviendo al
tema del look artista yo observaba que era como una prolongación del look
espectador de teatro de vanguardia, cuando yo era joven para ir al teatro o a
un concierto, ni decir tiene a una ópera, había que vestirse para no
desentonar, con el tiempo ese vestirse pasó a considerarse una catetada anti intelectual,
y había que ir de progre, es decir, desarreglado convenientemente y en su justa
medida, dando a entender que uno estaba en la onda.
Pues en la
misma línea pero algo más marcado lo de ARCO, me deleita estudiando esos looks
tan acabadamente rompedores e imaginando la vida y psicología de sus
portadores, indescriptibles, mucho más artísticos, conseguidos y sugerentes que
las obras expuestas, la verdadera feria era observar a sus asistentes en lugar
de mirar los cuadros colgados en las paredes o las esculturas boutade, me lo
pasaba pipa, y he de reconocer que igual que me disfrazaba para ir al teatro y
no desentonar, lo hacía para ir a ARCO y no sentirme como un bicho raro entre
tanto bicho raro. Era divertido.
Esta especie
de transición estética que surge como una excrecencia de la personalidad
alternativa puede igualmente ser observada en los pasillos de IKEA en un plano
más comercial y menos artístico, la intelectualidad bienpensante y progresista,
cultureta, también se pasea por IKEA comprando cualquier cosa, tal vez para
resarcirse de su falta de poder adquisitivo para comprar obras de arte en ARCO,
algo reservado para la casta económica totalmente ajena a ese look tan sui
géneris del mundillo del arte y alrededores. Todo un contraste.
El paseante
¿Los latinoamericanos compran obrad de arte en ARCO. En efecto, vaya a saber una de dónde sale el dinero que portan. Estos no se visten en Primark ni se equipan en IKEA.
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