Os muestro un breve relato personal para que tal vez sirva a
alguien a entender mejor el asunto de la sociedad franquista y su época. Me
crie y estudié bajo el régimen de Franco siempre en el lado de los del Régimen,
oficialmente del bando de los buenos, porque los rojos eran como el demonio,
así nos lo pintaban a diario. Nací en la posguerra y rodeado siempre de curas y
militares. Mi padre nos prohibía incluso atravesar por barrios obreros, nos lo
pintaba con una peligrosidad extrema. Llegué a pensar que si entrabas por
determinados barrios te jugabas la vida. Resumiendo, para todo mi entorno los
rojos obreros eran personas sin principios morales ni éticos, algo así como
salvajes sanguinarios ávidos de revancha por haber perdido la guerra. El
nacional catolicismo estaba presente en todas las tareas cotidianas, no
solamente en las escuelas. Te absorbía de tal forma que era imposible entender
nada de manera objetiva y razonada, porque lo que se pretendía era que nadie
pensara por su cuenta, y lo consiguieron plenamente en todo mi entorno. Pensar
o razonar sobre cuestiones morales, políticas, religiosas o sociales era tan
mal visto que nadie se atrevía, porque te señalaban para siempre y las
represalias eran muy rotundas. Murió finalmente Franco. Visitar el valle de los
Caídos era como ir a la Meca para un musulmán, al menos una vez en la vida. Yo
carecía de otra ideología que no fuera la diseñada por el Régimen. Pero con 20
años y sin ningún bagaje cultural ajeno a la ideología de mi entorno, me apunté
a un viaje a París gratuito, anunciado en un papel escrito a mano en un árbol
junto a la academia donde estudiaba. Y cuando llegue en autobús y compartí
habitación con mucha más gente, me enteré que ese viaje lo organizaban para
acudir en la universidad de París a la Semana antifranquista y
antiimperialista. Yo era el más joven de todos y me sentí tan bien acogido que
lo recuerdo con sumo cariño. En el Paraninfo de la universidad íbamos todos los
días a escuchar a gente de izquierdas hablando sobre cómo combatir el Régimen
de Franco. Veíamos vídeos clandestinos de la cárcel de Carabanchel donde permanecían
sindicalistas, socialistas y comunistas y demás gente de izquierdas. Entre los
presentes estaban activistas que supe quiénes eran con el transcurso de los
años, Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Santiago
Carrillo...toda la plana mayor de la izquierda. Para mí todo era desconocido. Y
la sensación de encontrarme allí era como la de estar cometiendo un sacrilegio pero
a esa edad me motivó, por eso de la rebeldía juvenil. Acudí con todos los del
grupo del viaje a una librería en París para comprar libros prohibidos en
España. Me pareció pura adrenalina. Me recomendaron una serie de libros y me
entusiasmé leyéndolos. Y en la semana antifranquista también estaba incluido en
el pack acudir a un cabaret en Pigalle, en primera fila y consumición incluida.
Para mí todo esto supuso pasar de la inocencia franquista a otra fase
radicalmente opuesta. Volví con mis libros a mi hogar familiar y eso supuso una
ruptura total con el pasado. Mi padre me empezó a llamar comunista, y eso que
desconocía el contenido del viaje, y me convertí en la oveja negra de mi
entorno... creo que hasta el día de hoy. Cuento esto para que algunos podáis
llegar a entender que a los que llamamos fachas, esos que siguen teniendo al
régimen de Franco como modélico, no son más que el producto de un entorno muy
pero que muy adoctrinado, como el de mi familia. Estoy seguro que si viviera mi
padre se hubiera sumado al manifiesto franquista hoy tan criticado. Porque para
el Franco representaba los valores de la paz, la moral católica, el orden y el
progreso... y de eso es muy difícil salir, máxime cuando has luchado en una
guerra y has vencido...el bien contra el mal. No quiero justificar una
ideología, sino que se entienda que la gran mayoría de franquistas no son más
que producto de una época que aunque lejana ya, ha dejado su huella en miles de
mentes que no han conseguido ver aún la luz con cierta claridad. Por eso habrá
que esperar un tiempo hasta que definitivamente desaparezca de muchas mentes
tan perdidas como era la mía. Un saludo para todos los de esta Plaza.
La cabrita loca
Lo mismo pasó y pasa en Argentina.
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