viernes, 20 de mayo de 2016

La película de la semana. La boda de mi mejor amigo. P. J. Hogan. 1997.




Esto es el fin del mundo, tres películas de la semana en la misma semana, este blog ha perdido el norte, este blog es una ruina, o no, tal vez este blog esté reverdeciendo, viviendo una segunda juventud y haciendo lo que le viene en gana fuera de toda disciplina, el motivo lo merece y es que esta película es mi favorita de entre todas, increíble, ni Bergman, ni Antonioni, ni Visconti, ni Pasolini, ni Allen, ni, ni, ni…, sino esta comedia romántica subcategoría imprescindibles, según el quiosquero de mi barrio, aunque no la compré en el quiosco sino en la fnac y me salió más barata que en el quiosco, imprescindible debe ser también en la fnac porque apenas pregunté por ella a la dependienta fue como una autómata a la estantería más cercana la cogió sin mirar del estante y me la trajo con una media sonrisa como diciendo: otro adicto al género.
Aprovechando mi visita a la fnac me compré también Tu voz entre otras mil, la película sobre Antonio Vega que me encantó cuando la vi en cine, y tres libros, Amado mío de Pasolini, Teatro completo de Lorca y de Doris Lessing Gatos ilustres, una edición especial con dibujos, total un pastón 70 euros, pero vale la pena, de Lorca buscaba sólo el texto de Así que pasen cinco años pero me tentó una edición bastante atractiva de su teatro completo y no puede resistirme.
Volviendo al tema, la película, la volví a ver ayer por la tarde, pues qué decir, me la conozco de memoria y me río por anticipado antes de que se produzca el gag, y lloro por anticipado también, es como si estuviera programado y saltara el chip un momento antes de ver las escenas, con estas películas a las que soy adicto desconecto totalmente de la realidad, el tiempo deja de existir, cuando terminó no lograba reconocer ni dónde estaba, ni quién era, pensé que me había convertido en Julia Roberts y que estaba aún bailando con Rupert Everett en la escena final de la película, Just the way you are…
Pero no andaba descaminado porque realmente soy Julia Roberts, o al menos el personaje que representa en la película, ésa es la clave de lo enganchado que estoy, ese personaje que sólo se apasiona por alguien cuando lo pierde soy yo, ese personaje que cuanto más se interesan por él no hace ni caso, soy yo, ese personaje al que le da terror el compromiso, soy yo, ese personaje, ese personaje, ese personaje…
Y así hasta el infinito.
Inenarrable el soseras del novio, la ñoña de la novia, el amigo gay, inenarrables las escenas, inenarrables las canciones, en fin, nada como sumergirse en algo así, algo que es no sólo una película, que es más que una película, que es como un baño de vida, optimismo, humor y buen rollo.
Algo que te reconforta con la vida y contigo mismo.

El paseante


No hay comentarios:

Publicar un comentario