lunes, 15 de septiembre de 2014

Visita a la Granja de San Ildefonso. Poema y reflexiones.



Me pregunto a dónde iré mañana? Que será de mí mañana? En cualquier mañana, en el mañana de cualquier día, dónde estaré yo entonces, en esa hoy lejana porción de tiempo, impredecible, incierta hora de un mañana diverso que me inquieta, cuya duda aprieta mi alma como ciñéndola en un nudo de temor que me hace imaginar ese hoy remoto, futuro mañana, como una sombra que se avecina, una nube que habrá de llegar, tal vez incluso un rayo de sol que me iluminará, quién sabe, tal vez el mañana sea mejor que el hoy, y en ese mañana viva al fin la dicha del amor, un amor tal y como yo lo imagino, como una ternura infinita compartida, una alegría inagotable, una felicidad inextinguible. Poem by José Ramón Carballo. 12 de septiembre de 2014.



Mi alma se ha ensanchado y regocijado ante la contemplación de ese espectáculo insuperable, irrepetible, único, el de la verdadera grandeza y significado último de la vida, la poesía.



Soy incapaz de destacar nada, todo es destacable en sí mismo como obra del más elevado espíritu, de la más inspirada creación, pero es en su conjunto, en su unidad, en su profunda identidad, donde triunfa esplendoroso un mensaje común, único, irremplazable, el de la grandeza del alma, del universo y de Dios, al cual se ensalza y glorifica sin medida y sin palabras, sólo con sentimientos, los sentimientos que inspira en el hombre la contemplación del arte, de la naturaleza y de la poesía.



Vengo hechizado por la belleza del palacio de la granja, me ha fascinado su equilibrada belleza, su medida, su profunda espiritualidad, su delicada armonía, su insuperable genio artístico, es, a mi juicio, una obra de arte total donde el alma es al fin dichosa de nuevo en su reencuentro total con la belleza más absoluta. Todo es esencial, todo tiene relación con todo, el alma del visitante no puede sino quedar extasiada ante la perfección de la absoluta y definitiva dicha del reencuentro con lo absoluto, con la divinidad, con el espíritu, con Dios.



Tan delicado y sutil ese palacio entre montañas y bosques tiene algo de wagneriano, poblado por los animales mitológicos y los dioses de sus fuentes, entre ninfas, dragones, tritones, nereidas, neptunos, todos ellos enfrentados en titánica lucha entre el bien y el mal, la verdad y la mentira, la belleza y el horror, todos ellos sobre el fondo brumoso de un bosque que se extiende mas allá del palacio, poblado de sombras, misterios, silencios y belleza, un universo irreal que se acerca hasta nosotros y que parece dejar sentir su pálpito con sólo alargar la mano y tocarlo. Un universo interior que viene a visitarnos desde más allá de las brumas del bosque para hacernos soñar.



El paseante


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