El look gondolero tiene como seña de identidad el sombrero canotier, un clásico, mocasines, camiseta de rayas horizontales azules o blanca lisa como la de la foto, pantalón chino beige y, por supuesto, tirantes oscuros, a juego con el resto, para que al hacer bogar la góndola no se caigan los pantalones, imprescindible mantenerlos en su sitio o se perdería el equilibrio y acabaríamos cayendo a las aguas de la laguna.
Se me olvidaban las gafas de sol, imprescindibles también para evitar que los reflejos del agua nos deslumbren la vista y nos choquemos con un vaporetto.
El reloj, el brazalete y la pulsera junto con el cuerpo apolíneo no son imprescindibles para el oficio de gondolero pero ayudarán lo más seguro a la captación de turistas ávidos de hacer un recorrido romántico por los canales de la ciudad de Venecia, oh sole mío!, cantan los gondoleros al doblar las esquinas con la góndola para no chocarse con otra que venga en dirección contraria mientras suenan frenéticos los flases de los turistas japoneses que no parecen ser capaces de ver la realidad sino a través del objetivo de sus cámaras fotográficas que no dejan de parpadear sonando como un aleteo de crótalos.
Mejor no llevar calcetines, más veraniego, y que el suelo de los mocasines sea de goma, se agarran mejor a la superficie de la góndola. El tono bronceado de la piel se adquiere rápido en la primera jornada de trabajo.
Que siempre sea verano y siempre seamos felices, como dijo el poeta.
el paseante
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