jueves, 26 de febrero de 2015

Pum, pum, pum, pum (Un asesino en las calles 113).




113 – Pum, pum, pum, pum.

Después de oírse retumbar por segunda vez los sonoros golpes en la silenciosa penumbra de la casa, Bruttini bajó sigilosamente por la escalera desde la buhardilla al salón, se acercó al comisario que estaba sentado en el sofá frente a la chimenea con la cara lívida de miedo, junto a él seguían dormidos impertérritos los dos perritos y el gatito como si nada estuviera pasando, ajenos a todo peligro, entonces, al llegar junto a Carballo Bruttini dijo:

-          Comisario, debe ser el moños, verdad?
-          Eso parece Bruttini, eso parece.
-          Viene a matarle, verdad?
-          Eso parece.
-          Y qué va a hacer?
-          Voy a bajar a enfrentarme con él, trajo con usted su pistola?
-          Está en el bolsillo derecho de la chaqueta, en el perchero.
-          Vale.
-          Y si le pasa algo comisario?
-          Si me pasa algo cuide de mis mascotas, prométamelo.
-          Se lo prometo.
-          Páseme papel y bolígrafo del escritorio, voy a hacer testamento ológrafo ahora mismo, si me pasa algo llévelo a un notario para autenticarlo, “…dejo en herencia todo mi patrimonio al subcomisario Toni Bruttini, en la Alcarria a 22 de febrero de 2015, firmado el Comisario Carballo”, ya está, guarde este papel y no se olvide de llevarlo a un notario, de lo contrario perderá toda la herencia y se la quedará el Estado, y cuide de mis mascotas como si fueran sus propios hijos.
-          De acuerdo comisario, así lo haré, pero no se muera.
-          Eso procuraré.
-          Comisario, tengo miedo.
-          Usted quédese aquí y cuide de las mascotas.
-          Ok.
-          Pero qué hace Bruttini…? Qué está haciendo…? Pero... qué... diablos... está... haciendo...? Por… qué… me… besa…?
-          Le he besado?
-          Creo que sí.
-          Pues no me he dado cuenta perdone, será el miedo...
-          No nada, bueno, me bajo, usted oiga lo que oiga no haga nada.
-          Vale, adiós, tenga cuidado.

Carballo bajó al vestíbulo y una vez más resonaron estrepitosamente los golpes en la puerta, después todo volvió a quedar en silencio de nuevo, con cuidado el comisario sacó la pistola de la chaqueta de Bruttini que colgaba del perchero, quitó el seguro, comprobó que el cargador estaba lleno, y sin hacer el menor ruido se acercó y puso la mano sobre el picaporte para disponerse a abrir la puerta…

(continuará)


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