lunes, 12 de diciembre de 2011

Margaritas de otoño.


Es el tendedero de mi casa, tengo estas flores que conservo, no las flores que se marchitan de vez en vez, sino la planta, desde que una amiga me las regaló, me regaló la planta medio mustia porque su madre ya no la quería y cuando me la dió no tenía flores, me dijo que echaba unas margaritas color granate preciosas, cuando me lo dijo dudé que aquéllas cuatro ojas pudieran dar nada bello nunca, y menos margaritas de color granate, algo que yo nunca había visto.
Pero tuve fe en ella.
Y me puse a cuidarla con paciencia, de esto debe hacer como diez años, y la planta fue medrando, haciéndose fuerte, cogiéndome cariño y agradecimiento, y yo siempre la he ido alimentado y cuidando y dando cariño también, porque eso lo notan mucho las plantas igual que las personas.
Cuando dió su primera floración, tímida aún, con poca confianza todavía, quedé pasmado, eran unas flores realmente bellísimas, mi amiga tenía razón.
Ahora, desde hace ya muchos años florece dos veces al año, una en otoño, justo antes de comenzar el invierno y otra en primavera, justo antes de comenzar el verano.
Le gusta anunciarme las estaciones, cuando sus flores desaparecen es porque no aguanta el rigor del invierno ni del verano.
Las flores nacen y viven de la tibieza, de la dulzura, del sentimiento, del amor.
Igual que yo...
Son mis hermanas, soy como una bella flor... delicado y tierno, puro y amoroso...
Besos,
el paseante

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