lunes, 12 de diciembre de 2011

El gatito de mi pueblo.


Es monísimo, ¿verdad?
Vive solito, tan tranquilo, al sol, a la luna, al cielo raso o nublado, debajo de los árboles, sobre las tapias de piedra, bajo los chamizos, calentándose junto a las ovejas del pastor, correteando por los prados, tumbado al sol de mediodía, comiendo ferozmente cualquier manjar de gato.
Bueno, solo, lo que se dice solo, no vive, no quiero engañaros ni encogeros el corazón, se trataba de un recurso literario, poético más bien, en mi pueblo hay muchos gatos y la mayoría viven en Toledillo, bueno, mirad, Toledillo es una calle a la salida del pueblo que enfrente tiene jardines y huertas, y allí venden los sobrantes de las cosechas, en la casa donde se venden los tomates, las lechugas, los pepinos, los nabos (con perdón), vive un matrimonio que son como la virgen María y San José (con perdón), buenísimas personas, y tienen recogidos a todos los gatos no sólo del pueblo sino de la comarca, porque en cuanto nace uno para allá se va, para Toledillo, donde sabe que le van a cuidar, y lo mejor, a dar mucho cariño.
Lo de Toledillo, no sé de dónde vendrá, pero es gracioso, ¿verdad?
Bueno, a mí me lo parece.
Y nada más, ya quisiéramos nosotros ser tan felices como el gato...
Un beso (con perdón),
el paseante

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