jueves, 22 de diciembre de 2011

El consultorio de Elena Francis. Me he enamorado.

Radio de la abuela de el paseante.

Querida doctora Francis:

El motivo de mi carta es pedirla ayuda porque estoy desesperada, desesperada de amor, de amor por el paseante, soy la ya famosa señora de la limpieza de la oficina del paseante, título larguísimo que él me ha puesto, larguísimo como la fama, la mala fama, que él me ha echado, y es que, además de enamorada de él , estoy furiosa con él.
¿De dónde se ha sacado que soy ninfómana? Lo de la bici me lo inventé, no sé ni montar en bici siquiera, me lo inventé para ver si reaccionaba porque no había manera de que entrara al trapo, como suele decirse, que es más parao que la estatua de Neptuno.
Y encima va y lo cuenta en el blog, qué fuerte, es como para que lo que ha hecho me lo quitara de la cabeza para siempre, aunque sólo fuera de la rabia, pero ni por esas, ahí sigo empecinada con ese mamón.
Mamón, sí, mamonazo, que no se sabe de qué va.
Mire, doctora, lo único que hay de verdad en todo lo que cuenta son las fotos, las dos fotos, la de mi carta y la de su artículo sobre mí, son verdaderas, pues bueno, creo que con solo ver las fotos tendría cola de pretendientes, ¿o no?
Y va él y no me hace ni caso.
Para colmo me he enterado a través del blog que se ha cambiado de oficina sin decirme nada, sin despedirse siquiera, y eso ya si que no lo soporto. Tenerle lejos, no poderle ver, es superior a mis fuerzas, he pensado en suicidarme.
Por eso doctora la escribo, quiero que me aconseje qué hacer, a Papa Nöel le he pedido que me traiga al paseante en nochebuena pero, por si acaso me falla, le pido a usted consejo también, usted que es el Papa Nöel de todos nosotros, pobres infelices que aún creemos en el amor.
Atentamente,
La señora de la limpieza

Querida amiga:

Creo que quién mejor puede contestarla es nuestro más destacado colaborador y jefe del gabinete psicológico de la doctora Francis, el camarero de la churrería, que es el que mejor conoce a el paseante.

Querida limpiadora, soy el camarero de la churrería, y te digo que conociendo al paseante como le conozco, le has cogido el número cambiao, vamos, que no está hecha la miel para la boca del asno, que tienes un culazo estupendo, pero que eso al paseante hace tiempo que no le pone, que a él no le van los culos sino las ideas, él se mueve en el reino de lo inmaterial, del espíritu, de la gracia divina, del amor místico, del silencio, y de lo etéreo.
Él es un ángel en conversación permanente con Dios.
Y vas tú y quieres tirártelo, lo que te digo, que no está hecha la miel para la boca del asno y que menos mal que se ha ido de allí el pobre paseante.
Porque una cosa te digo, ilustre fregona, yo creo que se ha ido huyendo de ti.
Resígnate pues y sigue fregando que es lo tuyo, y sueña si quieres con él, pero nada más, porque nada más vas a conseguir.
Y sin otro particular se despide,
El camarero de la churrería


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