Caramba, no
sabe uno ni qué decir, se queda uno mudo ante tal catástrofe, por la impotencia
y por la extensión, también por su rapidez imparable, es como un tsunami a
nivel mundial, algo nunca visto antes al menos en los tiempos recientes.
Las medidas
para paliar el contagio han sido muy draconianas, el confinamiento impuesto es
muy duro y más pensando en el riesgo del contagio y sus consecuencias con una
sanidad desbordada, es horrible no poder salir de casa y horrible salir en
semejantes circunstancias, acaba uno neurótico, sobre todo en los momentos
peores cuando era difícil vislumbrar una salida.
Mil muertos
al día y las escenas en la tele, terribles, especialmente en ciudades como
Madrid que por su hacinamiento de personas se convirtieron en una verdadera
ratonera.
Cada uno lo
sobrelleva como puede, según sus circunstancias de vida, pero la sensación de
total fragilidad, desprotección y fugacidad de la vida es algo que cala muy
hondo, deja marcado.
Desde arriba
el Gobierno y las Administraciones tratando de afrontar la situación como
podían, con escasez de medios personales, hospitalarios, de suministros, una
locura.
Creo que ha
sido un espectáculo bochornoso la desunión de la clase política y el tratar de
sacar rédito de la situación tan grave, al final queriendo cuestionar al
gobierno y las administraciones no han hecho sino reforzarlos, uno piensa si
otros lo hubieran hecho mejor pero las circunstancias mandaban, imperaban, creo
que, en situaciones tan imposibles, tan sin salida, tan frenéticas, hay que
aceptar la realidad y dejar de ejercer una oposición destructiva.
Otro tema es
la fobia que uno desarrolla frente a las autoridades por sus decisiones
limitativas de la libertad, pese a analizar su necesariedad uno está muy
incómodo, lo pasa muy mal, la cabeza te da la vuelta, internamente se revela
como si fuera un niño que no entra en razón cuando se le manda hacer algo que
no quiere por su bien.
Quejarse, lamentarse,
no sirve de nada ante esto, ni como ciudadano ni como político, hay que
afrontar la situación con dolor y ser consciente de que los imposibles son
irrealizables y no se pueden extrapolar exigencias ya consolidadas socialmente
cuando todo se pone boca abajo y nada puede funcionar de igual manera, porque
no hay medios suficientes ni previsiones al respecto.
Cada prórroga
del estado de alarma ha sido como un mazazo en la población a la que se ha
privado de libertad, de empleo, de estar con los familiares, amigos, de vivir,
pero eran necesarias, ante esto cómo pueden los partidos políticos mercadear
con el sentido de sus votos y, sobre todo, oponerse, qué hubiera sucedido si no
hubiera seguido limitada la libertad de movimientos, no quiero ni pensarlo. Por
triste que resulte reconocerlo.
El paseante
Impecable reflexión. Aquí en el tercer mundo, o país emergente, hemos sido víctimas de la incompetencia e ignorancia de los que pagamos para ser competentes y saber de lo que hablan. Hay que sumar a la gentuza de la OMS, que viviendo como reyes y pagados para ayudar al MUNDO, nos ha sorprendido todos los días con consejos diferentes sobre el mismo atributo de la enfermedad. Incoherencia con nombre de "ciencia". En eso coincido con Trump: dejar la OMS y que cada país se la juegue solo, con su pueblo, su cultura, sus recursos. Lo de la globalización ... quedó demostrado que ni en el Espacio.
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