miércoles, 18 de abril de 2018

Strangers in the night.





A veces más que vivir extrañados en el mundo vivimos más bien extrañados de la gente, de los demás, en realidad el mundo no nos extraña porque nos parece natural, sin embargo la naturaleza humana es la menos natural de todas, llegando a ser con frecuencia antinatural, supongo que esa antinaturalidad es una perversión de la inteligencia que nos vuelve retorcidos y nos separa del fluir natural de lo natural.

Nos convertimos de esta manera en extraños en la noche según la canción de Sinatra, deambulamos en un mundo de extraños que no nos producen sino extrañeza, Camus lo retrató muy bien en su obra El extranjero, un hombre se siente extraño en todas partes, de entrada uno no es así, son precisamente los comportamientos de sus semejantes lo que le vuelven así, pero cabe preguntarse si en ese todo de los demás está uno también incluido respecto a otros, los demás nos verán también como extraños, eso yo creo que depende, yo no veo a todos los demás como extraños, sí a la mayoría de los que conozco, pero no a unos cuantos, y si conociera a más gente me pasaría igual, siempre un porcentaje se salva de ese extrañamiento.

En ocasiones también es cierto que gente que no te resulta extraña pasa a serlo y viceversa, la gente se corrompe de extrañamiento y hay que decir que uno mismo en ciertas etapas de su vida sufre como una epidemia de extrañamiento que se extiende a los demás, no sé en qué medida si por culpa de los demás solamente o si también por culpa de uno. El virus del extrañamiento como la gran plaga del mundo moderno.

Está claro en cualquier caso que el extrañamiento es un fenómeno de tal calibre que los gobiernos deberían actuar sobre él, no sé bien de qué forma pero su parte de responsabilidad tendrán al fomentar un estilo de vida, way of life que diría Sinatra, que nada tiene que ver con uno mismo y mucho sí con formas de alineación individual que llevan a la falta de comunicación, empatía y solidaridad entre los demás.

El paseante


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