Siempre
hemos estado atascados en algo, como país, como personas, el atasco viene a ser
el problema, el nudo, el callejón sin salida, y todo porque somos muy amigos de
absolutos, negro o blanco, arriba o abajo, izquierda o derecha, ponemos
etiquetas que más adelante van a comprometer nuestras decisiones, nos atamos a
través de opiniones y clichés, y ahí nos quedamos parados, el que esté libre de
culpa que tire la primera piedra, yo no lo estoy desde luego, ni en lo general
ni en lo particular.
Pero
no deja de ser poco lúcido ser así, y limita muchísimo las posibilidades,
alternativas, soluciones, enquistando los problemas y complicándolos aún más al
caer en posiciones numantinas irrenunciables y en bloqueos irresolubles.
Difícilmente
se sale de ahí fácilmente, el paso del tiempo es el que puede ir dando
soluciones pero no por uno mismo sino por el cambio de circunstancias, nos
cambia el entorno queramos o no, el entorno evoluciona y nos va haciendo
obsoletos, lo cual hace que nosotros nos transformemos igualmente, nos
descongela de prejuicios, pero tal vez cuando nuestra posición ya no es
relevante, entonces nos damos cuenta de cómo debimos actuar y no lo hicimos.
El
pensamiento se congela se vuelve inamovible y hace que no se salga del
atolladero, lo cual es perjudicial tanto individual como globalmente.
El
paseante
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