Frío en Madrid, las esquinas
parecen afilarse, los tejados volverse más puntiagudos, las calles más solitarias, el cielo más
oscuro, el suelo más frío, la noche más inhóspita, la ciudad se vuelve algo
inhabitable, o sólo habitable a base de perseverancia, es como intentar vivir
dentro de un congelador, uno está deseando salir, en este caso entrar en algún lugar cerrado al
abrigo de la calefacción y resguardarse del frío exterior que nunca se acaba,
ilimitado en su intensidad, en su duración, en el martirio que nos inflige
involuntariamente porque el frío como todo lo relativo a las inclemencias
climatológicas parece una cosa tonta, una bobada que no tiene sentido, no sirve
para nada salvo para molestar y que igual que viene se va, total podría no
haber venido o irse cuanto antes, pero no, persiste, hasta cuándo?, sin
respuesta por el momento.
Las casas se convierten en iglús
y nosotros en esquimales de tan forrados de ropa como vamos, sólo faltaba ver
renos por las calles o trineos, dentro de las casas ya es otra cosa, la
calefacción ayuda, reconforta como si fuera un café caliente o una taza de
caldo, entra uno en calor y no quiere tener que salir de nuevo para no
enfrentarse a esa tundra, esa especie de estepa siberiana que uno imagina hay
allá fuera, es como si Madrid se hubiera convertido en Moscú por arte de magia
y fuera sólo hubiera rusos y puestos de vodka en cada esquina y de las
alcantarillas saliera humo, y las casas tuvieran todas un samovar como en las
novelas de Dostoyevski, como en todas las novelas rusas donde en los salones se
discute de cosas transcendentales, al contrario que en Madrid donde sólo
sabemos hablar del tiempo, del frío o del calor, poca filosofía
No obstante hay que ir a
trabajar, salvo en caso de quedar aislado por la nevada, algo improbable, hay
que ir hasta el trabajo con cuidado de no resbalar en las placas de hielo o con la
nieve que al cabo de poco se hiela y vuelve dura, resbaladiza y peligrosa, ni
siquiera nieve ha vuelto a caer, sólo frío, pero de dónde viene este maldito
frío?, del polo norte tal vez?
Es tan intenso que se ve que ese
frío no es algo español, un calor intenso puede ser español pero un frío intenso
imposible, es algo importado desde algún lugar inhóspito, inhabitable, lejano,
un frío lunar parece, o proveniente de alguna fría estrella lejana que mandara
el frío con sus rayos de blanca luz y quisiera dejarnos congelados,
petrificados de frío, convirtiéndonos en estatuas de hielo, como una especie de
castigo por nuestros pecados para quedar atrapados como en una Pompeya de
hielo.
El paseante
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