277 - Sé que estás mal, luna
Sé que estás mal, luna
Allá tan lejos perdida
Entre planetas que no te
comprenden
Ni van a quererte nunca
Desengáñate, tu luz nadie la
comprende
Porque nadie excepto tú la
tiene
Y tu belleza tampoco
Porque todos creen tenerla
menos tú
Entre los planetas vives
Es tu mundo, está claro
Tu lugar es ése
Lejos de mí, elevada y
ausente
Bella, imposible, infeliz
Solo en mí te encontrarías al
fin
Pero eres la luna y eres así
Amorosa pese a todo
Presente siempre en mi
recuerdo
Un recuerdo redondo
Como el agujero por el que el
universo se pierde
Se escapa lejos de mí
Un recuerdo como una
perspectiva de gozo, de amor
Como una flecha que vuela
lejos, como un cometa
Una línea, un reactor
Un recuerdo con el que matar
mis días
Que en mis noches contemplo
Como una luz que me ilumina
inmensa
Y me niega ante ti
Como si iluminándome no me
vieras
Un recuerdo que me da vida
Y me mantiene quieto en un
éxtasis de contemplación
Un recuerdo, tu recuerdo
Extraño, único, entre todos
los recuerdos
Un recuerdo inverosímil de ti
278 - Tu mirada
Hay algo perfecto en ti
En tu mirada
Que se me escapa siempre
Como un pájaro que vuela
Y se pierde en el cielo
Lejos
Entre las nubes
Es tu mirada que no me quiere
ver
Que no me ve nunca
Que se escabulle de mí
Y se eleva hasta las alturas
del éter
Es tu mirada que se me escapa
siempre
Y en su vuelo me aprisiona
aún más
Dejando mi alma perdida
Perdida siempre de tu amor
279 - Éxtasis
Elevada cumbre de la despedida
Cénit final
Acuérdate de mí más allá de mí
Aurora de mis sentimientos
Que parten lejos de ti
Al infinito
Me quedaré sin ti por siempre
Perenne aún por siempre
En este éxtasis de dicha eterna
En este silente tumulto
Encrucijada de mi vida
Que sigue hoy por siempre
Ya lejos de ti
280 - Despertar
Creí que venía al paraíso
pero me equivocaba
Me engañaba
Anoche soñé con la luz, con
la vida, con el amor
Alguien me sonreía, me quería
Alguien me miraba, me besaba,
me susurraba bellas palabras
Pero aquello sólo era un
sueño
Luego desperté y nada era
igual
La vida había pasado
Se había marchado de mí
Yo ya no era joven
Estaba solo, no tenía amor
Nadie me amaba, a nadie amaba
Las personas queridas, mis
padres, se habían marchado ya
Pero anoche soñé con la luz,
con la vida, con el amor
Y pasaba por delante de mí
todo sin yo poder atraparlo
Se iba lejos de mí la luz, el
mundo, el planeta
Todo se iba alejando como en
un tránsito
Que no tenía fin pero que
para mí se acababa
Y desperté aún sin haber
querido despertar ya nunca
Anoche soñé que era libre,
feliz, eterno
281 - Noche de luna llena
Tal vez no seas lo que yo
esperaba
Tal vez se pierda en tu
brillante luz
El cénit de mi dicha tan
desgraciada
Tal vez ni siquiera llegues a
comprenderme nunca
Luna, seguramente nunca
conseguiré que seas mía
Como si ser mía fuera tu
destino
Tú que eres de todos
Como si ser tuyo fuera mi
destino
Yo que no soy de nadie
Sobre tu divina aureola vuela
mi alma hacia ti
Como un duende que sólo
quiere tocar tu belleza
Un duende preso de tu eterno
imposible amor
Me desesperas a veces luna,
sobre todo cuando no apareces
Tan acostumbrado estoy a ti,
a tu desamor
Que sin él mi vida me parece
vacía
Pendiente como estoy siempre
de que tú la llenes algún día
Luna, ¿me escuchas?
¿Me comprendes tal vez?
Más allá de las brumas de la
noche
Te contemplo, te imagino, te
adoro
Entre las frías aguas
reflejada
Toda tu luz espectral me hace
desaparecer
Cada noche entre los brazos
tenues de tu amor
282 - La casa
Conozco todas tus heridas
casa
Todos tus rincones en los que
me escondía
Todas tus penumbras, tus
aburridas tardes de sábado
Tus reuniones familiares que
se fueron
Tus silencios, tus
estrépitos, tus temores
Conozco todo de ti casa, eso
creo
Tus amores, mis amores, tus
luchas, mis luchas
Tus devastaciones,
aniquilamientos
Tus desoladas alegrías
Tus alegres tristezas
Para siempre casa seremos tú
y yo uno
Habita en mí tu recuerdo
Habito en ti en mis sueños
Casa, maldita casa, vorágine
de vida
Epicentro del terremoto de mi
vida
Que se va terminando en ti
Día a día, hora a hora,
segundo a segundo
Sin que pueda detenerlo
Nunca
283 - Mi pueblo en verano
En mi pueblo están encantados de que
pinte sus paisajes y rincones, que uno de fuera se dedique a pintar lo suyo les
resulta emocionante, nuevo, sorprendente, como si diera valor a sus cosas por
otro lado tan apreciadas por ellos, y con razón porque el lugar tiene algo
mágico, como irreal, como fuera del mundo.
Parece una aldea de cuento de hadas, el jardín del Edén, un valle fértil regado por un pequeño río que corre debajo de las montañas entre huertas de árboles frutales y olmos centenarios, impresiona el lugar la primera vez que lo ves, y el pueblo sorprende en su pureza, es como si el tiempo no hubiera pasado por él, medio medieval aún, como escondido en la ladera de la montaña, al resguardo de los vientos que soplan en invierno en el valle y de las nieves.
Parece una aldea de cuento de hadas, el jardín del Edén, un valle fértil regado por un pequeño río que corre debajo de las montañas entre huertas de árboles frutales y olmos centenarios, impresiona el lugar la primera vez que lo ves, y el pueblo sorprende en su pureza, es como si el tiempo no hubiera pasado por él, medio medieval aún, como escondido en la ladera de la montaña, al resguardo de los vientos que soplan en invierno en el valle y de las nieves.
Cuando los lugareños me ven caballete en
ristre pintando sus perspectivas se paran a hablar, me dicen que a ver cómo
pinto su casa, que les gusta mucho el cuadro, que hace mucho calor (pinto en
verano), me dan cebollas que traen de las huertas, tomates, pepinos, me regalan
flores, dulces, cestos de mimbre, cualquier cosa en agradecimiento a mi interés
por su pueblo, porque les emociona que me guste su pueblo, como a ellos les
gusta tanto.
Y es que el pueblo es de una belleza sin igual, hay un pintor en el pueblo que ya está casi ciego, cuando me ve pintando se acerca a hablar conmigo, me dice que envidia que yo pueda pintar, que él ya no puede, que no ve bien, se sienta a mi lado y me mira, sólo me mira, a través de mí parece poder volver a pintar con la imaginación, y yo en esos momentos siento como si fuera él quién tomara mi mano y guiará el pincel, mezclando los colores, trazando las figuras, me emociona tenerle junto a mí, como si fuéramos una sola persona, pasado y presente, hecho pintor para siempre, porque en él me miro igual que él se mira en mí, y sabemos que al mirarnos vemos mucho más allá de nosotros, y que a través de nosotros estamos contemplando en realidad a Dios.
Y es que el pueblo es de una belleza sin igual, hay un pintor en el pueblo que ya está casi ciego, cuando me ve pintando se acerca a hablar conmigo, me dice que envidia que yo pueda pintar, que él ya no puede, que no ve bien, se sienta a mi lado y me mira, sólo me mira, a través de mí parece poder volver a pintar con la imaginación, y yo en esos momentos siento como si fuera él quién tomara mi mano y guiará el pincel, mezclando los colores, trazando las figuras, me emociona tenerle junto a mí, como si fuéramos una sola persona, pasado y presente, hecho pintor para siempre, porque en él me miro igual que él se mira en mí, y sabemos que al mirarnos vemos mucho más allá de nosotros, y que a través de nosotros estamos contemplando en realidad a Dios.
284 - La buhardilla del pueblo
La buhardilla linda con el universo, por
encima de ella sólo está el cosmos, el sol, la luna, los planetas, las
estrellas, las constelaciones, cometas, asteroides, por encima de la buhardilla
pasan lejanos los aviones dejando una estela blanca, como una marca de tiza en
la pizarra azul del cielo.
Calienta sus tejas el sol, y de noche las ilumina la luz de la luna reflejo del sol, se posan los pájaros, corretean los gatos en el tejado, canta el búho al
Calienta sus tejas el sol, y de noche las ilumina la luz de la luna reflejo del sol, se posan los pájaros, corretean los gatos en el tejado, canta el búho al
anochecer encaramado en su cornisa.
La buhardilla vista desde dentro es como una membrana, un esqueleto de un animal prehistórico, como el vientre de la ballena en el cual quedó preso Jonás, en sus vigas de madera, en su veteada superficie, hay jeroglíficos imposibles de descifrar escritos desde hace miles de años por la naturaleza, que indescifrables para el hombre serán por siempre.
Me tumbo en la cama y miro las vetas de la madera, caen sobre mi cabeza las vigas amenazantes pero firmemente sujetas, no hay peligro, toco, acaricio la rugosidad de estos troncos cortados y apenas pulidos, puestos encima de mí por alguien hace siglos y que otros antes que yo habrán contemplado, y me voy quedando dormido dentro de ese bosque ordenado, pulido, trabado, que es el artesonado del techo, huele a resina, se ve aún alguna corteza de árbol, la mueca el hacha, el agujero de la termita, la señal de la rama cortada.
¿De dónde vendría esta madera? ¿De qué bosque?
Como Jonás, respiro dentro del vientre de la ballena que es la buhardilla, y a veces salgo a respirar al mirador que se abre sobre el valle como la lengua extendida de un cetáceo en cuyo extremo me detengo a ver el mundo, un mundo como un océano, como una profundidad de corales, estrellas de mar, peces multicolores, temibles tiburones, rocas llenas de erizos, algas ondulantes, un mar cuya superficie última es el final del cielo, en el cual quiero nadar, al cual quiero saltar como desde un trampolín para escapar lejos, volando o nadando, buceando hasta la luz de la superficie, buzo de la luz, para desde arriba, desde el cénit del cielo contemplar toda esa belleza y ver desde lejos al fin el tejado de la buhardilla, jaula de oro de mis noches y de mis días, punto de meditación de mi existencia, refugio seguro de este ladrón de sueños del universo.
La buhardilla vista desde dentro es como una membrana, un esqueleto de un animal prehistórico, como el vientre de la ballena en el cual quedó preso Jonás, en sus vigas de madera, en su veteada superficie, hay jeroglíficos imposibles de descifrar escritos desde hace miles de años por la naturaleza, que indescifrables para el hombre serán por siempre.
Me tumbo en la cama y miro las vetas de la madera, caen sobre mi cabeza las vigas amenazantes pero firmemente sujetas, no hay peligro, toco, acaricio la rugosidad de estos troncos cortados y apenas pulidos, puestos encima de mí por alguien hace siglos y que otros antes que yo habrán contemplado, y me voy quedando dormido dentro de ese bosque ordenado, pulido, trabado, que es el artesonado del techo, huele a resina, se ve aún alguna corteza de árbol, la mueca el hacha, el agujero de la termita, la señal de la rama cortada.
¿De dónde vendría esta madera? ¿De qué bosque?
Como Jonás, respiro dentro del vientre de la ballena que es la buhardilla, y a veces salgo a respirar al mirador que se abre sobre el valle como la lengua extendida de un cetáceo en cuyo extremo me detengo a ver el mundo, un mundo como un océano, como una profundidad de corales, estrellas de mar, peces multicolores, temibles tiburones, rocas llenas de erizos, algas ondulantes, un mar cuya superficie última es el final del cielo, en el cual quiero nadar, al cual quiero saltar como desde un trampolín para escapar lejos, volando o nadando, buceando hasta la luz de la superficie, buzo de la luz, para desde arriba, desde el cénit del cielo contemplar toda esa belleza y ver desde lejos al fin el tejado de la buhardilla, jaula de oro de mis noches y de mis días, punto de meditación de mi existencia, refugio seguro de este ladrón de sueños del universo.
285 - El amor existe
El amor existe, yo lo he
sentido
Es precioso, duele decirlo
Recuerdo sentirme renacer
Ser niño
Mirar el universo por primera
vez
Llorar de emoción
Venimos a este mundo a través
del amor
El amor nos alimenta
A veces nos envenena
Ponzoñosa pócima que sabe a
hiel
Y parece dulce
Extraño elixir que da la vida
matando
Deseo inalcanzable que te
roba la vida
Dulce caricia, suave beso,
delicada emoción
Se entreabren mis labios
recordando el amor
Se humedecen mis ojos
Se vuelve mi pulso débil
Como un oleaje perdido en un
confín del mundo
Donde apenas llega el impulso
del mar
Que ola tras ola mece en mí
La suave añoranza de la
felicidad
286 - Te perdiste
No logré entenderte nunca
O tal vez te entendía sin
querer entenderte
Comprometías en mí tu vida
En mí que ni compromiso
quiero con la mía
Febril, desesperado, vital
Dónde acabarás me pregunto
Dónde acabaré me respondo
Sin planes, ya no volveremos
más
A caminar juntos por aquellas
orillas del mundo
Que sobre un océano lleno de
amor solíamos contemplar
Te perdiste lejos, más allá
de cualquier océano
En algún rincón donde no te
encontraré jamás
Escondido yo de ti
Tú de mí
Ardientes, febriles,
desesperados
Vitales
Recuerdo tu amor que como un
ave
Parece llamarme con un canto
de pena
Que no logra extinguirse
Como un eco que aún pervive
Pese a no existir ya
La romántica luna (poemas 21 a 30)
José Ramón Carballo
José Ramón Carballo
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