Esta película ha cumplido 10 años, parece que fue ayer, no
la vi en el cine sino en un dvd prestado y pirata que aún conservo, creo
haberla visto por lo menos dos veces, en principio y vista desde fuera es el
tipo de película que nunca vería, es decir, comercial, pero una vez vista vuelvo
a caer en lo que siempre dice mi padre, cuando los americanos hacen una buena
película es insuperable, y éste vuelve a ser el caso, una comedia made in USA
con todos los aditamentos al uso que la hacen francamente deleitable, para
pasar un rato no sólo entretenido sino interesante.
El gusanillo de la moda, el estilismo, lo exclusivo, el
mundo del lujo y el glamour, y toda esa parafernalia que nos seduce como un
mundo de fantasía, como un cuento de hadas que queremos contemplar, incluso
participar siquiera sea mínimamente a través del pret a porter que sigue la
estela de las grandes firmas.
La película está plagada de momentos impagables, Meryl
Streep sublime y Anne Hataway igualmente, tal para cual, se dan la réplica a la
perfección en un duelo de divas que acaba en tablas, no de falda sino de
partida de ajedrez, a destacar igualmente la música y los actores secundarios,
la ambientación, y, por supuesto, el deslumbrante vestuario y el deslumbrante
New York, ciudad de todas las películas.
Creo que volveré a verla, antes tengo que volver a ver La
gran belleza de Sorrentino que me han dejado, me da miedo volver a ver una
película que me gustó tanto porque seguramente ése José Ramón al que gustó
tanto La gran belleza ya no existe, era perecedero y fugaz, por sensible,
sentimental, espiritual, sin embargo no me da miedo volver a ver El diablo se
viste de Prada porque el José Ramón frívolo, hedonista, y sardónico, es eterno,
un valor seguro y en alza en el mundo en que vivimos.
El paseante
No hay comentarios:
Publicar un comentario